Investigadores de la sanidad pública de Andalucía han puesto en marcha un proyecto que pretende crear un compuesto capaz de atacar a las células cancerígenas del organismo en pacientes con leucemias y linfomas refractarios, esto es, que no responden a ningún tratamiento de los que se administran actualmente.
El estudio parte del comportamiento de las células CAR-T en este tipo específico de tumores. Las CAR-T son células que resultan de añadir un receptor quimérico (CAR, de sus siglas en inglés chimeric antigen receptor) a las células de la sangre involucradas en la defensa contra agentes infecciosos y cáncer, las células T. El conocimiento generado en este campo pone de relieve que son capaces de atacar a las células cancerígenas en leucemias y linfomas, abriendo una vía terapéutica a estos tumores.
No obstante, y según explican los investigadores en un comunicado, «por una parte, las CAR-T se obtienen a partir de células del propio paciente y en muchos casos son células deterioradas por los tratamientos aplicados y no tienen la calidad suficiente; además, obtenerlas es un proceso lento, de entre 3 y 6 semanas; por otra parte, las CAR-T se ven mermadas por el ambiente tumoral».
Ante este escenario, científicos del Área de Terapia Génica y Celular, del centro granadino Genyo liderados por el investigador Karim Benabdellah; profesionales sanitarios del Servicio de Hematología del Hospital Universitario Reina Sofía-IMIBIC en Córdoba, con Concha Herrera al frente; apoyados por Juan Antonio Marchal, catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada; han puesto en marcha un proyecto de investigación con la finalidad de obtener pequeñas partículas –exosomas– con capacidad antitumoral a partir de células CAR-T (EXO-CAR-T) procedentes de donantes sanos.
Según detalla Benabdellah, «el objetivo es utilizar exosomas, pequeñas partículas con capacidad antitumoral secretadas por las células CAR-T obtenidas de donantes sanos como complemento o sustituto de las CAR-T convencionales». La principal ventaja reside en que «al proceder de donantes sanos, nos aseguramos una producción continua y, por tanto, una disponibilidad inmediata para todos los pacientes que lo necesiten», asegura.
Se trata, en definitiva, «de utilizar un compuesto universal obtenido de células T de donantes sanos, de modo que estén disponibles inmediatamente para su administración como tratamiento a los pacientes». Además, y también gracias a la edición genómica, «es posible tratarlas para que no sean rechazadas por el paciente que las recibe, evitando así la enfermedad de injerto contra huésped».
PACIENTES BENEFICIADOS
Este proyecto podría beneficiar potencialmente a pacientes con leucemias o linfomas que no responden a quimioterapia (o que no han respondido adecuadamente a los tratamientos convencionales), y que presentan una cantidad y calidad de células muy inferior a los mínimos necesarios para su manipulación. También podría beneficiar en un futuro a pacientes con tumores sólidos, como el de mama, colon, páncreas y pulmón.
El trabajo se encuentra actualmente abierto a colaboración ciudadana en la plataforma Precipita, una iniciativa de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología, del Ministerio de Ciencia e Innovación, que permite para dar a conocer a la sociedad proyectos de investigación españoles en los que se puede participar activamente.
Este proyecto forma parte de la línea de investigación que lleva a cabo el grupo de Terapia Génica y Celular de Genyo desde hace algunos años. Para su desarrollo cuenta con financiación nacional y también regional de la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Y es que el desarrollo de las terapias basadas en CAR-T se erige como una de las opciones más exitosas para el tratamiento de leucemias y linfomas refractarios y la investigación en este campo cuenta con el apoyo del Gobierno andaluz. Asimismo, cuenta con el apoyo de la iniciativa privada, concretamente de las compañías Proquinorte, SET y Genotipia.
En este estudio participan activamente las investigadoras Kristina Pavlovic y Marina Cortijo-Gutierrez, del grupo de Benabdellah, y se lleva a cabo por una decena de profesionales: un equipo multidisciplinar de sanitarios –expertos en oncohematología, inmunología y farmacia– e investigadores básicos –expertos en inmunología y terapia celular y génica–, con una amplia trayectoria en investigación biomédica traslacional.