La Degeneración Macular asociada a la edad o DMAE es una de las enfermedades más prevalentes en nuestro medio y sociedad, según explica el jefe de Servicio de Oftalmología del Hospital La Luz (Madrid), Juan Donate. Dentro del concepto de DMAE incluimos una gran variedad de alteraciones que ocurren en la zona noble de la retina, la mácula, que se degrada de manera irreversible, y en muchas ocasiones de manera abrupta, comprometiendo la visión central, que es la encargada del color, de la precisión y del detalle, en definitiva, de las funciones superiores de la visión. La velocidad de progresión es variable, desde días hasta varios años, pero en cualquier caso conduce en sus formas más agresivas a la ceguera legal.
Así, destaca que es una enfermedad progresiva, que afecta principalmente a personas mayores de 50 años con factores de riesgo o predisposición genética. “Se considera la principal causa de ceguera a partir de los 55 años de edad en el mundo occidental. Suele acompañarse de visión borrosa, distorsión en la visión o visión de zonas oscuras en la visión central, incluso pérdida de la visión central”, advierte el experto.
Mientras, la doctora Mercè Guarro, responsable del Servicio de Oftalmología del Hospital Universitari General de Catalunya y del Hospital Universitari Sagrat Cor (Barcelona), sostiene que es una patología degenerativa de la zona central de la retina, la mácula, responsable de la visión central y de la fijación.
“Es irreversible y constituye la causa más frecuente de pérdida de visión en pacientes mayores de 50 años de edad en los países desarrollados. En nuestro país, la prevalencia de la enfermedad es del 13% en mayores de 65 años mientras que en mayores de 75 alcanza el 30%”, agrega.
Por ello, esta oftalmóloga defiende que, en el caso de la DMAE, siempre el diagnóstico precoz es fundamental, ya que el tratamiento es más eficaz en el estadio más temprano y puede mejorar la progresión de la enfermedad. “A partir de los 40 años es importante acudir al oftalmólogo para realizar revisiones periódicas de la vista y estar atentos a cambios en la visión”, aconseja la doctora.
En concreto, la doctora Guarro detalla que existen dos tipos de DMAE, la atrófica o seca y la exudativa o húmeda, cuyos tratamientos son muy eficaces para controlar la enfermedad, pero necesitan administrarse de forma muy estricta y controlada por un retinólogo para conseguir la mejoría visual a largo plazo.
Para la DMAE húmeda o exudativa índica que en la actualidad existen diversos fármacos para frenar el crecimiento de los vasos sanguíneos y detener la evolución de la enfermedad, que se administran en forma de inyecciones intravítreas. «Son tratamientos muy eficaces para controlar la enfermedad, pero necesitan administrarse de forma muy estricta y controlada por un retinólogo para conseguir la mejoría visual a largo plazo», matiza Mercè Guarro.
Al mismo tiempo llama la atención sobre el hecho de que es una enfermedad “muy agresiva”, que provoca la pérdida de la visión central de forma muy rápida, debido a la aparición de un nuevo tejido bajo las capas más profundas de la retina que crece, exuda y puede sangrar.
Sobre la DMAE seca apunta que es la más frecuente, y aglutina un 90% de los casos. “Tiene una evolución lenta, en la que la mácula va perdiendo células nerviosas que no se regeneran. La enfermedad no acostumbra a dar síntomas, suele iniciarse en un ojo, y más adelante aparece en el contralateral, haciendo que el paciente no se percate de la enfermedad, a no ser que se tape el ojo sano cuando el otro ya está enfermo”, detalla.
Avisa, no obstante, de que no existe un tratamiento específico para esta patología ocular, para la que se suelen dar suplementos vitamínicos antioxidantes para ralentizar la progresión de la enfermedad. “Los pacientes con DMAE seca pueden pasar a húmeda y viceversa”, apostilla la oftalmóloga.
En este contexto, el jefe de Servicio de Oftalmología del Hospital La Luz (Madrid), Juan Donate, señala que en este tipo de enfermedades siempre se intenta personalizar el diagnóstico y los tratamientos. “La DMAE es un proceso continuo, cuando empieza no acaba, y el trabajo consiste en delimitar el daño que puede provocar. Dese hace años disponemos de fármacos y cada vez de más protocolos sofisticados para conservar la visión de los pacientes”, agrega.
Apunta principalmente a las inyecciones intravítreas, “una medicación que se coloca dentro de globo ocular para así lograr el mejor efecto posible”. Se debe personalizar la pauta de administración ajustándola a la respuesta del paciente, pero recordando que a enfermedad no espera, es importante el cumplimiento de los protocolos.
La prevención en la DMAE
Sobre si podemos prevenir la DMAE, la doctora Laura Sararols, jefa de Servicio de Oftalmología del Hospital Universitari General Catalunya aclara que «no se puede”, ya que el principal factor de riesgo es la edad o la predisposición genética. Eso sí, la especialista de Quirónsalud asegura que existen otros factores que se han relacionado con esta patología, como el consumo de tabaco, la obesidad, la hipertensión arterial, los niveles elevados de lípidos y de colesterol, la diabetes mellitus, las enfermedades cardiovasculares o la radiación solar.
Con ello, la recomendación principal de esta especialista para minimizar aquellos factores que pueden incrementar el riesgo de padecer DMAE, o bien de acelerar el proceso de degeneración macular, es «llevar una vida saludable con una dieta equilibrada y hacer ejercicio de forma regular, llevar un buen control de las patologías de base, y someterse a revisiones oculares periódicas a partir de los 50 años».