Para muchos amantes del vino, echarle hielo es una aberración digna de una bajada a los infiernos… Pero las ola de calor que estamos sobrellevando como podemos invita a atreverse a combinar cualquier bebida con unos refescantes cubitos de hielo, ¡incluso el vino!
Aunque los vinos blancos puedan parecer la mejor opción para el verano al servirse fríos, lo cierto es que, encontrando la combinación ideal y mezclando tradición con innovación, se puede disfrutar de cualquier variedad de vino en formato cóctel, como demuestra el tinto de verano – bien sea con limón o con gaseosa – una de las bebidas más consumidas cuando aprieta el calor. ¿Sabías que la diferencia entre la temperatura a la que deben servirse unos y otros es una cuestión de química? «Los tintos son mucho más complejos en sus elementos y deben, por tanto, beberse y percibir su acidez a cada trago a temperatura ambiente», nos cuenta Judith Fernández, gerente de la Ruta del Vino de Toro.
Hoy os descubrimos 4 cócteles en los que el vino es el gran protagonista y que, a buen seguro, te sorprenderán. ¿Te atrevés a probarlos?
– Etorri, Pitilingorri
El nombre de Pitilingorri procede del euskera y significa un poco rojo (pitxilin que significa un poco, y gorri, rojo). Se prepara con dos partes de vino tinto o rosado y una de refresco de naranja, todo mezclado en una jarra grande llena de hielo, desde la que serviremos. Las cantidades, eso sí, pueden variar al gusto dependiendo de cada comensal. Nos has pillado, es una variante del calimocho de toda la vida. ¿Pero a qué suena mucho más fancy? Algunos puristas marcan la diferencia bien clara: el tinto para mezclar con cola y el rosado, con naranja. Para servir: un vaso de tubo ancho.
– El descendiente del Sherry Cobbler se va de casetas
Conocido por su popularidad en las ferias del sur de la Península, el rebujito se prepara también en una jarra desde la que se procederá a servir. En ella echamos hielo, una botella pequeña de Manzanilla, unas hojas de hierbabuena y, por último, regamos con refresco de lima o gaseosa hasta llenar el recipiente. El origen de este brebaje data de 1830, en Estados Unidos, donde se bebía esta mezcla de vino de Jerez, un poco de azúcar, algo de soda, hielo picado, una rodaja de naranja y dos pajitas, conocido como Sherry Cobbler. Obtiene el nombre de la coctelera de tres piezas con la que se preparaba y la pajita era fundamental para que el hielo picado no interfiriera en su ingesta. El rebujito se sirve en copas pequeñas de fino.
– Rose Wine Margarita se llama mi amor
Necesitaremos 50 ml. de vino rosado, 15 ml. de tequila blanco, 5ml. de cointreau y el zumo de un limón. Humedecemos el borde de una copa de margarita con sal y limón para decorar. Vertemos hielo al gusto y exprimimos el limón. Después añadimos en el siguiente orden: vino, tequila y cointreau. Finalizamos moviendo el contenido para que se mezcle todo. Degustar con buena música y en un rincón agradable.
– Un Obispo para una experiencia religiosa
En este caso necesitaremos una coctelera simple. En ella vertemos hielo al gusto, 90 ml. de ron, 30 ml. de vino tinto, una cucharadita de azúcar y el zumo de medio limón. Se agita hasta conseguir que todos los ingredientes estén perfectamente integrados y se sirve en un vaso que hayamos enfriado previamente.
En resumen, la múltiple opción de cócteles habituales para el verano se abre a la presencia del vino entre sus ingredientes principales, abandonando así su posición de bebida de invierno y de contextos más formales. Lo de siempre y lo moderno se unen para combatir, de un modo muy original, la ola de calor que afecta a buena parte de nuestro país estos días.