Los mapas de biodiversidad del mundo contienen muchas lagunas, según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Yale, en Estados Unidos, que han identificado dónde las brechas de datos continúan limitando las decisiones de conservación efectivas.
En su nuevo estudio, publicado en la revista ‘PLOS Biology’, el equipo de investigadores creó mapas y evaluó las tendencias regionales en cuanto a la capacidad de los datos existentes sobre las especies para representar la distribución de 31.000 vertebrados terrestres en todo el mundo y, por lo tanto, ayudar a informar las políticas y acciones para mantener la biodiversidad y sus beneficios.
«Estos mapas ponen de manifiesto las oportunidades más gratificantes para que los ciudadanos científicos, y los organismos gubernamentales y los científicos apoyen el seguimiento de la biodiversidad y ayuden a colmar las lagunas de conocimiento más importantes», afirma Walter Jetz, catedrático de Ecología y Biología Evolutiva y de Medio Ambiente, director del Centro de Biodiversidad y Cambio Global de Yale (BGC), y autor principal del trabajo.
La necesidad de este tipo de información es fundamental, ya que los responsables de medio ambiente y política siguen creando estrategias para proteger la diversidad de las especies en todo el mundo como parte del Convenio sobre la Diversidad Biológica, un tratado internacional con el objetivo de conservar y gestionar la biodiversidad mundial que está evaluando los avances hacia esos objetivos.
Jetz y su equipo han creado una de las herramientas clave utilizadas por los líderes mundiales para supervisar, investigar y crear políticas que protejan las especies en todo el mundo: el Mapa de la Vida. En el nuevo estudio, los investigadores presentan un marco para ayudar a determinar dónde es más necesario un seguimiento adicional.
Aunque en los últimos 20 años se ha producido un aumento espectacular de la cantidad de datos recogidos sobre las especies de vertebrados, descubren que no todos estos datos han aportado nuevos conocimientos sobre la biodiversidad.
Por ejemplo, los datos sobre las especies de aves compartidos por los ciudadanos científicos y otros tienden a ser redundantes debido a la popularidad de ciertas especies que se encuentran comúnmente en áreas muy pobladas. La mayoría de los nuevos datos recogidos sobre aves proceden de las mismas especies y lugares.
El análisis fue realizado por Ruth Oliver, de Yale, investigadora científica asociada del Centro de Biodiversidad y Cambio Global, Jetz, y sus colegas. El estudio concluye que los datos fundamentales para caracterizar la biodiversidad en muchos países se han estabilizado o, en algunos casos, incluso han disminuido.
Según el análisis, el 42% de los países tiene información inadecuada sobre la biodiversidad de vertebrados y no ha aumentado o ha disminuido la cobertura de datos. Sólo el 17% de los países ha logrado una cobertura de datos suficiente y también ha visto un aumento de la información nueva sobre las especies.
«Esperamos que nuestro trabajo, que cuantifica el tremendo valor complementario de las observaciones de la biodiversidad no comunicada, pueda servir de apoyo para una recogida de datos más eficaz en el futuro –señala Oliver–. Es sorprendente lo mucho que todavía no sabemos sobre las especies conocidas en este planeta».
Aunque los índices utilizados en el estudio se emplearon para demostrar la diversidad biológica de los vertebrados terrestres, pueden actualizarse fácilmente a medida que se disponga de nuevos datos y ampliarse a otros taxones, como las especies marinas e invertebradas.