En la actualidad son muchas las recetas tradicionales de la abuela que comienzan a salir del fondo del baúl de los recuerdos y de las más bellas añoranzas para adueñarse de los gustos gastronómicos actuales. La preparación de platos como los caracoles y las manitas de cerdo comienzan a hacerse nuevamente virales y las tortas de manteca comienzan a abrirse paso como el desayuno o merienda perfecta después de transcurrir muchos años.
Hacer recetas tradicionales es cada vez más fácil, son muchos los instrumentos que hacen menos tediosa la preparación de divinas recetas y por ello no hay excusas para revivir las más antiguas tradiciones gastronómicas.
Tal es el caso de las tortas de manteca, las cuales en otrora eran preparadas en momentos de matanza con la manteca que se obtenía de los cerdos, y que en la actualidad basta con ir a cualquier panadería o supermercado para comprar la materia prima precisa.
Mientras se hornean, estas tortas inundan el ambiente con el aroma a la más tierna infancia y a los recuerdos llenos de añoranzas de ser consentidos y cuidados por las manos de aquellas señoras que no hacían más que hornear para consentir a los suyos. Anímate a preparar las más ricas recetas tradicionales, y trae de vuelta aquellos dulces momentos.
Las tortas de manteca, perfectas para el desayuno o una rica merienda
Gracias a su alto contenido de materia grasa, las tortas de manteca tienen una textura muy particular, parecida al hojaldre pero con un toque de sabor muy característico y exquisito, que se ve potenciado cuando se calientan un poco y se comen en compañía de un buen café.
Estas tortas siempre deben ser preparadas con manteca para otorgarles el sabor que las caracteriza. De hecho se pudiera decir que pertenecen a esas recetas que si se cambia un componente ya no es la misma cosa. De hacerlas con mantequilla o con otro tipo de materia grasa, perderían por completo su sabor a tradición.
La masa que se obtiene a medida que se trabaja es muy parecida a la plastilina; y de hecho, en ocasiones es posible que se haga un poco difícil de trabajar, sin embargo no hay nada que no se pueda lograr con la dosis justa de paciencia.
Si bien, hacer estas tortas de manteca es ahora más sencillo que en antaño gracias a la facilidad de conseguir los ingredientes; también es cierto que para tener el resultado soñado y anhelado, se debe tener paciencia para el proceso de levado. Esta será la clave para la textura interior.
Estas tortas son tan fáciles de conservar, que bastará con que las envuelvas en papel film y las congeles para tenerlas a la mano cada vez que quieras tomar un desayuno rico y diferente. Anímate a hacerlas con todos los pasos que estoy por compartirte.
El desayuno de la abuela que tienes que probar: Así se hacen las tortas de manteca
Hacer estas tortas de manteca te resultará una experiencia única y diferente. Anímate a prepararlas y te aseguro que no te vas a arrepentir.
Para comenzar es muy importante que la manteca que vayas a utilizar se encuentre a temperatura ambiente. Por esta razón, sácala de la nevera con anterioridad. Necesitarás 200 gramos de manteca para hacer unas seis tortas.
Lleva 250 ml de agua a una pequeña cacerola y caliéntala solo un poco (no calientes demasiado el agua, porque puede acabar con la levadura). Mézclala con 5 gramos de levadura seca de panadería o 15 gramos de levadura fresca y déjala reposar.
Mientras se va haciendo el fermento, coloca en un bol 500 gramos de harina de fuerza y la ralladura de la piel de 1 limón (recuerda evitar rallar la parte blanca del limón). Añade una pizca de sal e incorpora la levadura crecida.
El amasado, la forma correcta de formar la masa
Una vez que tienes los ingredientes en el bol, comienza a amasar por un par de minutos hasta que los mismos se integren. Notarás que están muy secos, sin embargo esta textura comenzara a cambiar a medida que incorpores la manteca.
Al momento de incorporar la manteca, evita hacerlo de golpe. Con la ayuda de una cuchara comienza a integrar pequeñas cantidades de manteca hasta que incorpores completamente los 200 gramos necesarios.
Notarás que a medida que incorporas la manteca, la masa se vuelve pegajosa. Sin embargo no desistas, un correcto amasado logrará que finalmente la masa quede perfectamente lisa. Es muy importante que continúes amasado hasta que la masa se despegue de tus manos y que no incorpores manteca hasta que la añadida previamente esté bien incorporada.
Cuando logres que la masa se despegue de tus manos, forma una bola y colócala dentro de un bol aceitado. Tapa el bol con un trozo de papel film y permite que la masa crezca en una zona calientita alejada de corrientes de aire frío.
En verano es divino hacer estas tortas de manteca, pues gracias a la temperatura ambiente, las masas se desarrollan estupendamente. Transcurridas un par de horas, la masa debe haber doblado su tamaño.
Los paso finales para tener listas las más tradicionales tortas de manteca
Cuando notes que la masa dobló su tamaño, colócala sobre el mesón y desgasifícala un poco; para ello simplemente utiliza tus dedos. Divide la masa en 6 trozos iguales, de aproximadamente 150 gramos cada uno. Toma cada una de las porciones y estíralas. Llévalas hacia el centro y presiona. Debes hacer esto con todos sus bordes, para finalmente darle la vuelta y formar una bola.
Ahora solo debes comenzar a aplastar la bola de masa que has hecho con la ayuda de tus dedos, hasta que le des una forma ovalada. Colócalas sobre la bandeja en que vas a hornearlas y tápalas con papel film. Deja que reposen por una hora en un lugar calientito y sin corrientes de aire, tal como en el primer levado.
Mientras que se van inflando, puedes encender el horno a 180°C para que esté precalentado antes de introducirlas a hornear. Cuando observes que ya están gorditas, espolvorea una cucharada de azúcar común sobre cada una de las tortas de manteca.
Llévalas al horno por aproximadamente 25 minutos, vigilando de cerca cuando estén doradas. Retíralas y disfrútalas.
Estas divinas tortas de manteca se disfrutan tibias, en caso de querer guardarlas para luego, espera que se enfríen muy bien; envuélvelas en papel film y congélalas. Cuando vayas a consumirlas, descongélalas y caliéntalas antes de comerlas. Estarán frescas y deliciosas.