Si bien el postre de yemas tiene un origen árabe, es en la ciudad de Ávila donde se le dio la fama que hoy las acompaña como las yemas de Santa Teresa. Las delicadas y ricas yemas de Santa Teresa tienen su origen en la ciudad convento de Ávila y su creación ha estado envuelta en la más bonita tradición.
Tratándose de un postre elaborado por las monjas, fue Isabelo Sánchez quien tuvo en sus manos el inicio de la comercialización de este postre en una pequeña casa de confitería artesanal; y decidió bautizarlas bajo el nombre de yemas de Santa Teresa en honor a Santa Teresa de Jesús.
Con su sabor, textura y delicadeza hacen honor a su nombre, pues si algo hay de cierto en las yemas de Santa Teresa es que el comerlas es un placer celestial. Desde 1860 es una tradición degustarlas con la receta original que ha ido trascendiendo los años y se ha transmitido de generación en generación.
La suave textura y delicadeza de las yemas de Santa Teresa
Las yemas de Santa Teresa se caracterizan por su suavidad y delicadeza. Son tan delicadas que de hecho apenas llegan a la boca se deshacen sin ningún tipo de presión o necesidad de morder. Precisamente esto es lo que las hace tan únicas.
Para lograr estas características tan distintivas se necesita realmente paciencia, ese es el ingrediente principal. Este postre requiere de la consistencia justa para adquirir su forma esférica, pero también necesita la textura adecuada para disolverse de la manera divina en que lo hace.
Si buscas hacer un delicado postre que a todos guste, tienes que animarte a preparar este. Te aseguro que te encantará. Y lo mejor de todo es que no necesitas de grandes cantidades de ingredientes para tenerlo.
Yemas de Santa Teresa: su sabor tradicional
Tradicionalmente este postre tiene el sabor a yemas de huevo como uno de sus atractivos, sin embargo muchos optan por añadir algunas cáscaras de naranja o limón con la finalidad de perfumarlas y otorgarles otro sabor.
Aun cuando las yemas de Santa Teresa cuentan con un permiso sanitario para su consumo de hasta 30 días después de su elaboración, su extrema delicadeza hace que sea mejor consumirlas dentro de los 10 días; de esta manera se podrán percibir de manera absoluta todas sus características.
Si bien este postre está ligado a la ciudad de Ávila, sin importar el lugar en el que te encuentres puedes prepararlo de forma casera y con el mismo toque artesanal que le caracteriza.
Haciendo las yemas de Santa Teresa en casa
Tal como te lo he comentado, los ingredientes que necesitas son muy básicos, no requieres de grandes inversiones de dinero, pues seguramente todo lo tienes en casa, la paciencia será la mejor aliada y tendrás unas yemas de Santa Teresa como las más tradicionales de la ciudad de Ávila en casa.
Ingredientes que necesitarás
- 12 yemas de huevo
- 100 ml de agua
- 200 gramos de azúcar
- Cáscara de limón (opcional)
- Azúcar pulverizada
El almíbar y las yemas, la combinación perfecta
Uno de los rasgos más tentadores de las yemas de Santa Teresa, es que no requieren de ningún agente espesante para formarlas. Todo el resultado depende de la fusión perfecta entre las yemas y el almíbar, el cual debe tener una cocción que lo haga quedar en forma de hilo fino, pero que no altere su color.
Si deseas añadirle la cáscara de limón, retírala cuidando de no añadir la parte blanca del mismo. La parte blanca del limón amarga las preparaciones y estropeará el sabor de las yemas.
Coloca al fuego una pequeña cacerola con el azúcar, el agua y la piel de limón si has decidido usarla. Llévala a ebullición y permite que alcance unos 105 ° de temperatura y que forme hilos finos.
Mientras el almíbar va tomando su punto, en un bol añade las 12 yemas de huevo, mézclalas y pásalas por un colador para retirar cualquier grupo o partícula. Cuando el almíbar haya llegado a su punto viértelo muy poco a poco sobre las yemas y ve integrando ambos de manera perfecta. Es importante que hagas este paso muy lentamente, si añades el almíbar de un golpe, las yemas se cuajaran y no quedará la textura fina que se quiere. Integra muy bien con la ayuda de un batidor manual de varillas metálicas.
La cocción final y el fruto de la paciencia, un resultado celestial
Ha llegado el momento de la paciencia para terminar con buen pie la preparación de las yemas de Santa Teresa. Una vez que hayas integrado por completo las yemas y el almíbar, pasa la mezcla a una olla limpia y colócala al fuego muy bajo para que se vaya espesando. La textura que se debe lograr es la de una crema que se despegue de las paredes de la olla.
Durante unos 30 a 40 minutos será necesario que remuevas constantemente la preparación. Esto puede parecer extenuante; sin embargo, será más rápido de lo que crees y el resultado será sorprendentemente divino.
Apenas observes que ya la textura deseada se ha alcanzado y que la preparación se despega por completo de la olla, pásala a un bol y permite que se enfríe completamente. Puedes agilizar un poco si apenas tome una temperatura más ambiente la guardas en la nevera. Esto hará que sea mucho más fácil manejarla y hacer bolitas lo más perfectas posible.
Una vez está bien fría la especie de masa que has hecho, toma pequeñas porciones y forma bolitas. El tamaño es a tu elección, sin embargo el tradicional es muy parecido al tamaño de un pequeño bombón de chocolate.
Deberás pasar las bolitas por azúcar pulverizada y colocarlas en capacillos de papel. Guárdalas en la nevera hasta el momento servirlas.
Consejos finales para el disfrute de las yemas de Santa Teresa
- Añade solo el limón si te agrada ese sabor afrutado, también puedes perfumar el almíbar con unas ramas de canela.
- Recuerda la importancia de dar el espesor correcto a la masa.
- Nada de prisas al momento de hacer espesar la masa. La intención es que espese no que se sobre cueza, si esto pasa las yemas no podrás recuperarlas.
- Resérvalas en la nevera, pero al momento de disfrutarlas retíralas al menos una hora antes para que estén a temperatura ambiente al comerlas.
Acompáñalas con un rico café helado o un vino, serán la compañía perfecta.