Las patatas bravas son sin dudas una de las tapas favoritas en los bares y restaurantes. Como en una buena parte de la gastronomía española, las patatas son las protagonistas en diferentes versiones de tapas y son una excelente compañía a la hora de servirse unas cervezas, como un acompañante o aperitivo.
Preparar unas patatas bravas perfectas en casa se ha convertido en materia obligada durante los últimos meses, cuando ya no es muy frecuente poder degustarlas fuera. La nota positiva en todo esto, es que hemos aprendido a preparar en casa deliciosos platillos que hasta han resultado mejores que los que degustábamos fuera de ella.
Hay algunos errores que cometes y que no te permiten disfrutar de las patatas bravas a su máximo esplendor, textura y sabor. Algunos de ellos te hacen añorar las que te servían en tu restaurante favorito, pues las que haces terminan blandas y no te terminan de gustar.
Unas patatas bravas perfectas deben quedar jugosas en su interior y crujientes en su parte externa, estas características combinadas con la salsa las hacen toda una tentación. Veamos cuáles son los errores más comunes que cometes y cómo puedes evitarlos.
Elegir las patatas incorrectas
Una de los pasos más importantes que debes dar es elegir bien la patata. En el caso de las bravas, lo mejor es escoger aquellas que son mejores para freír y que no sean nuevas, así serán más secas y quedarán más crujientes.
La mejor patata resulta ser la Agria, aunque también puedes valerte de la Pontiac o la Monalisa, que es la más utilizada para freír.
Descuidar la selección de los otros ingredientes
El tipo de patata escogida es importante, pero el resto de ingredientes también lo es, pasando por el hecho de si las deseas bien bravas o más bien con un toque de picante suave. En estos casos tienes variedad de pimientos para que puedas elegir el que más se adapte al resultado que buscas: ahumado, picante o dulce, todos aportan un excelente sabor y un toque atrevido que se adapta a ti.
Cuida de cerca las proporciones para que ningún sabor predomine sobre otro, sino que más bien se integren y aporten a todo el conjunto.
Cuando de frituras se habla definitivamente el aceite de oliva virgen extra es el rey. Este aceite soporta mejor las temperaturas elevadas y a su vez otorga un crunch y sabor muy característico.
No cortar las patatas de forma correcta
Cuando de freír patatas se trata, es importante tomar en consideración el tipo de corte correspondiente. Existe una delgada línea en el tipo de corte que puede cambiar de hecho hasta el nombre de la receta. Las bravas son picadas con cortes irregulares, tradicionalmente toscos pero del tamaño de un bocado.
Cocinar las patatas de forma incorrecta
Este error es muy común, sobre todo para aquellos que son muy apresurados a la hora de cocinar. Las patatas bravas tienen su arte y freírlas de un golpe sin más las dejará blandas y desagradables a la hora de degustarlas.
Para cocerlas de forma correcta debes confitarlas antes de freírlas. Para ello, vierte suficiente aceite en una sartén y añade las patatas en el aceite frío, lleva la sartén a fuego medio y cuando el aceite comience a subir su temperatura baja el fuego a mínimo. Confita las patatas por 15 minutos y cuando estén tiernas retíralas con una espumadera y las reservas.
Luego de confitadas y cuando ya estén a temperatura ambiente, añade una cantidad generosa de aceite en la sartén y colócala a fuego alto. Una vez que el aceite esté bien caliente, coloca las patatas a freír por 8 a 10 minutos o cuando observes que están perfectamente doradas.
Esta técnica las dejará tiernas por dentro y crujientes por fuera. Justo como las quieres.
Recuerda que aun utilizando patatas para freír, debes lavarlas bien y secarlas para eliminar el exceso de almidón
No combinarlas
De hacerlas realmente con los ingredientes de las tradicionales patatas bravas, notarás que quedan bastante picantes. Un error muy frecuente es no atreverse a combinar con otras salsas. Unas patatas con alioli quedan perfectas junto a unas patatas bravas y lo mejor es que los pasos para la cocción del tubérculo es exactamente igual en ambas recetas.
Al combinarlas brindas opciones a los comensales, quienes podrán elegir libremente con cuál salsa disfrutarlas, sobre todo si entre tus invitados se encuentra alguno que no sea muy fanático de las preparaciones picantes.
Si buscas un resultado picante porque sí, puedes añadir al alioli un roque de guindilla o pimienta de cayena y subir la temperatura con una variable inesperada.
Preferir no añadir tomate
Si bien es cierto que la salsa brava no debería llevar tomate, este ingrediente otorga color y brillo al plato. En la actualidad es cada vez más aceptado por el aporte fantástico de sabor, color y presentación que otorga.
Aun cuando el tomate añade un importante plus, no reemplaces el caldo de carne por completo, puedes integrar el tomate sin necesidad de sustituir completamente al caldo, el cual dará siempre un sabor maravilloso.
Preparar la salsa de prisa
En la gastronomía las prisas no dan buenos resultados. Hacer la salsa brava para las patatas tiene su propia danza, pochar los ingredientes de la forma correcta y con pausa dará los resultados deseados, pues todos los sabores se fusionan de manera armónica.
No escurrirlas de la forma adecuada
Para disminuir los riesgos de que se ablanden, lo mejor es escurrirlas primero en unas rejillas y luego al papel absorbente para terminar de escurrir. Por loco que parezca es mejor disminuir las posibilidades de que se formen pequeños “charcos” de aceite debajo de las patatas mientras se escurren; pues aunque no lo creas, estos muchas veces ablandan la patata.
No comer las patatas de forma inmediata
Las patatas bravas se disfrutan mucho mejor cuando están recién hechas. Después de escurrir el exceso de grasa colócalas en una fuente y cubre solo un poco su superficie con la salsa. Evita añadir toda la salsa de golpe, así no se mojarán completamente y permanecerán crujientes hasta el momento en que el comensal la disfrute.