Todo en la vida se acaba y nadie está exento de eso; aunque no cabe duda de que para los deportistas es más duro y Ezequiel Garay acaba de vivir en carne propia lo desgarrador que es dejar la profesión que más se ama. El futbolista argentino anunció su retiro oficial de las canchas, con solo 34 años, mientras esperaba a que algún equipo lo contratara. Luego de más de un año que terminó su contrato con el Valencia CF, el central esperaba pacientemente a que algún club viera que todavía había fútbol en sus botas, lo tomara en cuenta, se arriesgara y lo firmara para darle una última oportunidad en el balompié profesional antes de decir adiós de forma definitiva de las canchas. Sin embargo, no todo ocurre según lo planeado y para Garay el tiempo de espera se acabó y le toca despedirse forma amarga.
Claro que lo mejor para un deportista es retirarse haciendo lo que más ama, que estar dándolo todo dentro de una cancha. Cierto es que son muy pocos los que tienen la suerte de hacerlo así, pues aún conservan el nivel requerido para entregar lo que tienen dentro desde el campo en un campeonato de élite; algunos otros pueden hacerlo, pero lo hacen en torneos menores, que les permiten decir adiós al menos desde la cancha. No obstante, muchos otros solo tienen la suerte de entrar un instante al final y llevarse esa última ovación del público; pero lo peor con Garay es que no ha podido despedirse de ninguna de esas maneras. Con esta pandemia en auge, que ha impedido que el público vaya a los estadios y, lo más importante, por sus constantes problemas físicos, el argentino se despide de una carrera que dejó grandes triunfos.
Una carrera con varios éxitos
El éxito de los futbolistas se mide en ocasiones por el número de títulos que consiguen, un hecho que es muy importante; sin embargo, los hay tan fantásticos como Harry Kane, del que todos conocen sus grandes cualidades, que aún no ha ganado ni un solo trofeo en lo que lleva de carrera. Algunos si lo han logrado y han adornado con ellos sus aventuras en el mundo del fútbol; así lo ha hecho un Garay que a lo largo de su andar en el balompié, durante más de 16 años, logró conquistar un total de 13 trofeos. El defensor comenzó a destacar desde el 2004 en el Newell’s, allí ganó el Torneo Apertura y su gran rendimiento lo llevó a fichar con el Racing de Santander, en el 2006. En España se erigió como uno de los mejores centrales del certamen; así que eso lo llevó al Real Madrid.
Su fichaje al conjunto merengue (2008), ocurrió por 10 millones de euros, aunque se quedó un año más en el Racing; la siguiente campaña si llegó a Madrid, pero no tuvo muchas oportunidades de mostrar el gran defensor que era, pese a que pudo obtener la Copa del Rey, antes de marcharse al Benfica, en el 2011. En el conjunto portugués volvió a disfrutar del fútbol como nunca y volvió a despuntar como uno de los mejores defensores del continente; al punto de ganar dos Copa de Liga, una Primeira Liga y una Copa de Portugal durante los tres años que estuvo con «Las Águilas». El Zenit pagó 6 millones de euros y lo fichó en el 2014; así en Rusia también despuntó con tres títulos más. Ya en el 2016 pasó al Valencia y allí ganaría su último título: la Copa del Rey.
Garay lo deja por su físico endeble
Obviamente todos los títulos son importantes, pero con su selección fueron muy especiales y e que con Argentina conquistó torneos en categorías menores: un Sudamericano Sub-17, en el 2003; un Mundial Sub-20, en el 2005; y la medalla de oro en los Juegos Olímpicos 2008. Con una carrera muy prolífica, el decir adiós tal vez le costará mucho; más aún al ver que no podía hacerlo tal y como lo deseaba, en el campo. «Me hubiese gustado y estaba convencido de que mi retirada sería más tarde, pero no pudo ser», explicó Garay en el comunicado oficial que hizo público por las redes sociales. Si bien se decía que no recibió ofertas durante este año fuera de las canchas, la verdad es que el mismo jugador las rechazaba esperando recuperarse de sus problemas físicos; pero nunca pudo sanar del todo y no quería dejar mal a nadie.
Los problemas que tenía Garay eran en su cadera y eran tan graves que en ocasiones le impedían caminar de lo dolorosos que eran. «No puedo, siento que estaría engañando a ese club, a los aficionados y a mí mismo (…). Mi compromiso tan sólo sería cobrar dinero a cambio de nada, ya que probablemente dos de cada tres partidos no los jugaría por mi problema. Empecé mi carrera con honestidad y quiero acabarla de la misma manera», declaró en su comunicado. Con su retiro se va uno de los centrales más sobrios de esta época, que causó una buena impresión en LaLiga Santander y supo ganarse a la afición del Valencia con su entrega durante los cuatro años que estuvo allí. Ahora estará más con su esposa, Tamara Gorro, con la que comparte momentos muy especiales, y tendrá los recuerdos de una carrera muy bonita.