La epilepsia es un trastorno neurológico que se genera por el incremento de la actividad eléctrica de las neuronas en alguna zona del cerebro. Tras padecer esta actividad, las personas pueden sufrir una serie de convulsiones, que son movimientos corporales incontrolables.
Una persona puede ser diagnosticada con epilepsia si padece de ataques de forma constante. Es decir que las convulsiones son recurrentes.
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De acuerdo a varios estudios, la epilepsia tiene su origen en unos cambios breves y repentinos del funcionamiento del cerebro. Por ello es que se trata de una afección neurológica que afecta alrededor de 50 millones de personas en el mundo.
Mientras que en Europa afecta a unos 6 millones de habitantes y se registran unos 400.000 nuevos casos cada año. Las crisis de epilepsia representan entre el 1 y el 2% de las urgencias médicas.
El 1% en adultos y el 2% en niños y son la segunda causa de asistencia neurológica en emergencias. También se considera como la segunda causa de consulta ambulatoria neurológica y la tercera causa neurológica de hospitalización. Esto debido a los accidentes que deriva de las convulsiones.
Causas de la epilepsia
La epilepsia puede deberse a una afección de salud o a una lesión que afecte el cerebro. Las causas comunes de epilepsia incluyen:
- Accidente cerebrovascular o accidente isquémico transitorio (AIT)
- Demencia, como el mal de Alzheimer
- Lesión cerebral traumática
- Infecciones, como absceso cerebral, meningitis, encefalitis y VIH/sida
- Problemas cerebrales presentes al nacer (anomalía cerebral congénita)
- Lesión cerebral que ocurre durante o cerca del momento del nacimiento
- Trastornos metabólicos presentes al nacer (como fenilcetonuria)
- Tumor cerebral
- Vasos sanguíneos anormales en el cerebro
- Otra enfermedad que dañe o destruya el tejido cerebral
- Trastornos epilépticos congénitos (epilepsia hereditaria)
Es necesario realizar un diagnóstico correcto, de manera que se entienda la situación del afectado a tiempo. A su vez , entendiendo que no se van a seguir ni realizar tratamientos inadecuados y, por tanto, perjudiciales que agraven la enfermedad.
Se estima que más del 70% de los pacientes con epilepsias de origen genético no tienen un diagnóstico correcto en España por la dificultad de acceso a los estudios genéticos.
El estado epiléptico es una emergencia médica debido a que la persona que lo padece tiene convulsiones acompañadas de intensas contracciones musculares. El afectado no puede respirar de forma correcta y tiene extensas descargas eléctricas en el cerebro.
Si no se procede al tratamiento inmediato, el corazón y el cerebro pueden resultar permanentemente lesionados y puede sobrevenir la muerte.
Datos que seguro no conocías de la epilepsia
Desde la OMS recuerdan que la epilepsia se define por dos o más convulsiones no provocadas, ya que una sola convulsión no significa epilepsia. De hecho se estima que hasta un 10 por ciento de la población mundial sufrirá una convulsión a lo largo de su vida.
Las características son variables y dependen de la zona del cerebro en la que empieza el trastorno, así como de su propagación. Pueden producirse síntomas transitorios, como ausencias o pérdidas de conocimiento, y trastornos del movimiento, de los sentidos (en particular la visión, la audición y el gusto), del humor o de otras funciones cognitivas.
La epilepsia es uno de los trastornos reconocidos más antiguos del mundo, sobre el cual existen registros escritos que se remontan al 4000 a. C. Durante siglos, el temor, la incomprensión, la discriminación y estigmatización social han rodeado a esta enfermedad que, incluso hoy en día, sigue estigmatizando a pacientes y familiares en muchos países.
Cabe destacar que un tercio de las personas con epilepsia siguen siendo reacias a los tratamientos médicos, por lo que es necesario desarrollar nuevas opciones terapéuticas para informarse e informar sobre los ataques que puede padecer una persona.
¿Qué hacer frente a una persona que padezca un ataque?
Durante la crisis de epilepsia las personas que ayuden deben mantener en todo momento la calma, controlar el tiempo de la crisis y si ésta pasa de los 5 minutos se debe llamar a urgencias.
Uno de los consejos más importantes es no meter nada en la boca y no sujetar a la persona ni frenar sus movimientos, ya que puede causarle graves daños óseos o musculares.
En el momento en el que nos damos cuenta de que la persona está sufriendo la crisis, debemos poner a la persona en posición lateral y poner algo blando bajo su cabeza y retirar cualquier objeto que pueda ocasionarle lesiones.
La Sociedad Española de Neurología (SEN) recuerda el protocolo de actuación que se debe seguir en caso de tener que ayudar a uno de estos pacientes durante una crisis convulsiva. Así, ante la posibilidad de tener que asistir a una crisis convulsiva generalizada, los neurólogos consideran primordial:
– No perder la calma y no mover al paciente del sitio en el que se encuentre.
– Lo segundo: no introducirle nada en la boca, y colocarlo de lado para evitar que se atragante o ahogue.
– No sujetarle las extremidades mientras convulsiona, para evitar lesiones.
– Evitar, en la medida de lo posible, que se golpee la cabeza.
– Esperar a que se recupere totalmente y esté orientado.