Las muertes por calor se han reducido 13 puntos en los últimos años, especialmente desde 2003 tras la puesta en marcha de medidas de prevención, pero, aún así podrían aumentar hasta alcanzar los 12.000 fallecidos anuales en el año 2100 a consecuencia del cambio climático, según los datos científicos presentados este martes en el marco de un desayuno informativo del proyecto LIFE Shara.
En el acto, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico ha presentado las actuaciones de adaptación al cambio climático para hacer frente a las olas de calor en España.
Además, el secretario de Estado de Medio Ambiente, Hugo Morán, ha manifestado la necesidad de seguir trabajando en políticas de adaptación «ambiciosas y eficaces» y de manera coordinada entre los distintos niveles de administración, para reducir los riesgos en la salud humana.
Morán ha recordado que España por su situación geográfica y sus características socioeconómicas, es «especialmente vulnerable» al cambio del clima y sus impactos se agravarán si la crisis climática sigue avanzando.
El proyecto LIFE Shara es una iniciativa conjunta de la Oficina Española de Cambio Climático, la Fundación Biodiversidad, el Centro Nacional de Educación Ambiental, dependiente del OAPN, la Agencia Estatal de Meteorología y la Agencia Portuguesa del Ambiente, para promover la sensibilización y el conocimiento sobre la adaptación al cambio climático reforzando e impulsando el Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático.
Durante la presentación han participado dos investigadores en materia de salud, altas temperaturas y cambio climático, que han presentado los principales resultados de sus últimos estudios.
La epidemióloga ambiental experta en cambio climático y salud de la Universidad de Berna Ana Vicedo ha expuesto los resultados de sus estudios de atribución al cambio climático y el efecto de la temperatura ambiental y otros estresores sobre la salud humana. Precisamente, su último trabajo en la materia concluye que más de un tercio de los fallecimientos por calor se atribuyen al calentamiento global.
Por su parte, el director de la Unidad de Referencia en Cambio Climático, Medio Ambiente y Salud de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III, Julio Díaz, ha informado sobre los resultados de su último estudio que determina la evolución temporal de la temperatura de mínima mortalidad en las 52 provincias españolas y evalúa si el ritmo de adaptación al calor es suficiente para compensar el incremento de temperaturas en un escenario de emisiones desfavorable.
Así, ha manifestado que el cambio climático afecta a la salud de la población española a través de efectos directos como las olas de calor y los eventos extremos –inundaciones y sequías– pero también a través de efectos indirectos, como el aumento de la contaminación atmosférica, el cambio en la distribución de vectores transmisores de enfermedades o la pérdida de la calidad del agua o de los alimentos, entre otros.
De acuerdo con sus cálculos y las proyecciones climáticas a pesar del descenso de la mortalidad por la aplicación de las políticas de adaptación, las muertes atribuibles al calor podrían llegar a las 12.000 anuales en toda España en 2100, debido al aumento de las temperaturas.
Entre los impactos a la salud humana que tienen mayor repercusión en España, se encuentra el aumento de la morbilidad y mortalidad asociadas a las temperaturas extremas.
Los científicos han destacado que numerosos estudios epidemiológicos muestran un aumento significativo de mortandad por encima de un determinado umbral térmico, y se ha demostrado que las temperaturas extremadamente altas inciden directamente sobre la mortalidad por enfermedades cardiovasculares y respiratorias.
En este sentido, Díaz ha recordado que a consecuencia del cambio climático, las olas de calor son cada vez más frecuentes e intensas, y afectan en mayor medida a los grupos de población más vulnerables, como son los mayores de 65 años, niños, embarazadas, personas con enfermedades crónicas, trabajadores expuestos y personas en riesgo de exclusión.
Sin embargo, las muertes asociadas a las olas de calor han descendido en España del 14 al 1 por ciento en una década hasta situarse en unos 1.300 fallecidos al año gracias a los planes de prevención puestos en marcha, el cambio de hábitos y las mejoras en las infraestructuras.
Tras la ola de calor registrada en el verano de 2003, se puso en marcha el Plan Nacional de Actuaciones Preventivas de los Efectos del Exceso de Temperaturas sobre la Salud que, desde el año 2004, se activa cada verano, entre los meses de junio y septiembre.
El Plan establece las actuaciones necesarias para la detección y control de las situaciones de riesgo, para las que se definen varios niveles de actuación, y plazos para su aplicación.
Parte de su éxito se fundamenta en una buena coordinación entre los servicios meteorológicos, sanitarios y sociales y las autoridades de protección civil, además de una base científica solvente, a través de la identificación de umbrales de temperatura que disparan la mortalidad por calor en distintas zonas de España.