El Papa ha instado a poner en marcha mecanismos de acogida y corredores humanitarios para los refugiados al pedir que la sociedad «abra su corazón» a estas personas durante el Ángelus de este domingo.
«Abramos nuestro corazón a los refugiados y aprendamos de su valiente resilencia y, así, todos juntos, haremos crecer una sola comunidad humana», ha manifestado.
Francisco ha hecho estas consideraciones asomado desde la ventana del Palacio Apostólico durante el rezo dominical, en el que también ha lamentado la situación que se está viviendo en Myanmar, país que, según ha declarado, «está muriendo de hambre».
A continuación, ha instado a que «se abran corredores humanitarios» y que se consideren iglesias y pagodas como centros de asilo.
De este modo, Francisco ha manifestado que así como los refugiados gritan antes de que llegue a naufragar el barco, también los hombres «asaltados por las pruebas de la vida», gritan: «‘¿Por qué te quedas en silencio y no haces nada por mí?’. Es la fuerza mansa y extraordinaria de la oración, que realiza milagros», ha exclamado. Y ha concluido: «Este es el inicio de nuestra fe: reconocer que solos no somos capaces de mantenernos a flote».
En este sentido, en la catequesis, ha explicado el pasaje del Evangelio de la tempestad que azota la barca de los discípulos, mientras Jesús duerme en la popa. Según el Papa, el sueño de Dios «por un lado nos sorprende, y por el otro nos pone a prueba», porque el Señor «espera que seamos nosotros los que le impliquemos, le invoquemos, le pongamos en el centro de lo que vivimos».
Para vencer las tempestades de la vida, hay que reconocer, según el pontífice, que «solos no podemos», así como despertar al Señor con «la fuerza mansa y extraordinaria de la oración que realiza milagros». «Necesitamos a Jesús como los marineros a las estrellas para encontrar la ruta», ha concluido.