El Museo Guggenheim Bilbao acogerá desde este viernes y hasta el próximo 6 de febrero ‘La línea del ingenio’, una selección de obras de la Colección del Museo, así como otras que están en préstamo a largo plazo, que pueden calificarse de «ingeniosas y experimentales».
Comisariada por Lekha Hileman Waitoller, esta muestra aúna a artistas de diferentes generaciones que trabajan con diferentes medios e incluye algunas piezas significativas de la Colección que apenas han sido expuestas, junto con otras más conocidas para el público.
Según ha informado el centro de arte moderno, los autores incluidos en la exposición, de naturaleza inquisitiva, emplean materiales y técnicas inusuales y muchos de ellos «desafían de forma lúdica las convenciones estéticas como manifestación de ingenio y humor».
La línea del ingenio es la primera exposición comisariada por la curator Lekha Hileman Waitoller, incorporada al Museo Guggenheim Bilbao en octubre de 2019 procedente del Art Institute of Chicago.
FUERA DEL CONTEXTO TRADICIONAL
Desafiando la tradición Organizada temáticamente, la exposición dedica la primera sala (305) a obras que fueron creadas fuera del contexto tradicional del estudio del artista y a procesos artísticos poco habituales. Algunas de las obras de esta galería habitan el espacio de forma «inesperada», como ocurre con Sin título (Habitación de alabastro, 1993), de Cristina Iglesias, que integra en su presentación la arquitectura de una esquina de la galería.
Por su parte, Objeto para la reflexión (Object for Reflection, 2017), de Alyson Shotz, consta de innumerables piezas de aluminio perforado unidas por anillas de acero. Desde lejos, el objeto parece una escultura pesada y voluminosa, pero una mirada atenta descubre lo translúcido y maleable del material.
De hecho, esta obra adquiere su tridimensionalidad solo al ser instalada: suspendida del techo, la tensión y la gravedad transforman la chapa metálica en escultura.
La obra Hichiko Happo (2014) supone un singular ejemplo de proceso artístico, ya que esta pintura fue creada por Yoko Ono durante una «conmovedora» performance celebrada con ocasión de la retrospectiva que el Museo Guggenheim Bilbao le dedicó en 2014. La artista pintó sobre los nueve lienzos que componen la obra la frase en japonés «siete fortunas y ocho tesoros». La tinta sumi negra, que Ono empleó con gran energía, gotea y fluye en cada lienzo evocando la tradición de la pintura de acción y también la antigua caligrafía de su Japón natal.
MOVIMIENTO CONTINUO
Por su parte, la cinemática reacción en cadena que se suscita en la pieza de los artistas Peter Fischli y David Weiss ‘Como van las cosas (Der Lauf der Dinge, 1987)’ crea la ilusión de un movimiento continuo de materiales ordinarios como ruedas, fuegos artificiales y un globo.
Con una presentación «aparentemente sencilla, el filme es una secuencia de fallos orquestados, como caídas, vertidos y pequeñas explosiones, que crean un continuo caos controlado. En esta pieza la suma de lo absurdo y de los objetos cotidianos desafía los fundamentos de la alta cultura en una ingeniosa combinación de juego y experimentación», han explicado desde el Museo.
La segunda sala de la exposición (306) incluye una selección de obras figurativas que ilustran las múltiples maneras en que los artistas tratan el tema de la forma humana. La repetición en serie a través de varios lienzos o en una única composición es la estrategia empleada por algunos autores reunidos en esta galería.
Estas obras, creadas en un lapso de cincuenta años, ponen de manifiesto diferentes maneras de abordar la figuración, revelando la experimentación formal y conceptual que subyace a la representación.Como parte de la exposición se muestra una selección procedente de la icónica serie de 16 lienzos de Georg Baselitz ‘La señora Lenin y el Ruiseñor (Mrs. Lenin and the Nightingale, 2008)’, que supone una vuelta de tuerca en el género del retrato tradicional, donde los grandes y expresivos lienzos presentan las figuras al revés.
VIVOS COLORES
La mitad de las obras de esta serie muestran a los personajes pintados con vivos colores ante un fondo blanco, mientras que, en la otra mitad, están representados en tonalidades grises y azuladas sobre fondo negro, un recurso estilístico que otorga a la figura el lugar predominante.
Baselitz afirmaba que pintar las figuras invertidas en sus obras le sirve para generar distanciamiento en el observador, que ha de contemplar detenidamente el contenido. Formalmente, estos cuadros logran una cierta abstracción, al tiempo que conservan el componente figurativo.
En este espacio también se muestra una selección de pinturas de mujeres sonrientes procedente de la serie de once lienzos de Alex Katz Sonrisas (Smiles, 1994). El retrato realizado con colores planos, un espacio pictórico poco profundo y líneas escuetas, pero sumamente descriptivas, ante un fondo monocromo es un motivo recurrente en Katz.Sus temas funcionan como herramientas para la investigación artística en torno a la tradicional dicotomía figura/fondo.
El objetivo del artista no es describir la personalidad de las modelos, sino ofrecer una reflexión más profunda sobre la naturaleza de la representación y la percepción de las imágenes.