El escritor Lluís Oliván narra en ‘Vladivostok’ (Periscopi) el «viaje físico y, según cómo, literario» de un ingeniero y concejal jubilado tras la muerte de su mujer, una profesora de literatura, en un entorno a caballo entre lo rural y lo urbano.
En una rueda de prensa este miércoles, Oliván ha explicado que la ciudad rusa –lugar al que Tomàs y Magda fabulaban poder viajar en su autocaravana– funciona como una «metáfora de un lugar al que se quiere llegar y, al final, todos llegan».
La novela detalla el proceso de duelo por el que pasa Tomàs, un personaje que se define a sí mismo como «un hombre técnico, que no entiende el mundo si no busca las respuestas objetivas y técnicas a las cosas»; en contraposición a Magda, que tenía un carácter más fantasioso y era una lectora voraz.
En este sentido, Oliván ha asegurado que los hombres de la generación de Tomàs –ahora en la sesentena– se han podido concentrar en estos aspectos más ligados a sus oficios y «se han comportado como personajes totalmente prescindibles» en el ámbito familiar, ya que el sustento del hogar siempre ha recaído en la madre, algo que, en su opinión, no deja bien parados a los hombres.
A Tomàs, incluso, le sobrevienen problemas físicos asociados a la vejez, como dificultades para orinar, algo que asume como una degeneración de la «mecánica del cuerpo»; este punto de vista técnico lo aplica también a su sexualidad, un material con el que el libro reflexiona sobre el paso del tiempo y la masculinidad.
Oliván ha detallado que quería que ‘Vladivostok’ fuera una «novela de redención» de Tomàs, que descubre los aspectos fracasados de su vida y de sus relaciones, como padre, hijo y político, y nunca ha estado cómodo viviendo en sociedad –tiene un amigo que sigue viendo pese a detestar que le intente encontrar novia una vez viudo–.
En este sentido, el autor ha ilustrado que el escenario de la historia, una urbanización del Vallès Oriental (Barcelona), le interesa porque es un espacio «ni rural ni urbano, ni industrial ni del todo residencial, socialmente, físicamente, urbanísticamente y geográficamente muy curioso», en el que sus personajes solitarios encajan bien, en su opinión.
La narración va planteando varias sorpresas sobre el carácter y la historia de Tomàs, que deberá intervenir en una situación de violencia machista y establecer una relación casi paterno-filial con un adolescente problemático, que contrastará con la casi nula interlocución que mantiene con su hijo, que vive en Estados Unidos.