Gran parte de nuestro lenguaje cotidiano excluye diferentes orígenes, géneros y habilidades ¿Afecta esto al lenguaje inclusivo?
Si bien esto a menudo es inconsciente y no intencional, algunas palabras y frases de uso común pueden leerse como centradas en el hombre o el cisgénero, mientras que otras pueden reforzar los estereotipos negativos sobre la salud mental, la capacidad física o las estructuras familiares no tradicionales.
¿QUÉ ES EL LENGUAJE INCLUSIVO?
Es hora de que los lugares de trabajo adopten una forma nueva y más inclusiva de comunicarse.
El lenguaje que usamos puede (involuntariamente) dejar fuera a grupos enteros de personas. Por ejemplo, el lenguaje relacionado con la carrera normalmente es de género masculino, con palabras como «congresista» o «policía» que se usan de forma cotidiana para describir a las personas empleadas en esas profesiones.
Incluso frases aparentemente inocuas como «mamá y papá» pueden “plantear dificultades” en el lenguaje inclusivo, ya que no reconocen que muchos hogares no tienen dos padres del sexo opuesto. El lenguaje inclusivo busca evitar palabras y frases que excluyan a grupos específicos de personas.
Usar un lenguaje neutral en cuanto al género y en contra de las personas capacitadas no se trata solo de ser políticamente correcto, se trata de permitirse ampliar nuestra perspectiva.
El lenguaje es poderoso y no solo afecta al oyente, sino también al usuario. Al tomar la energía adicional para ser más conscientes del lenguaje que usamos, estamos entrenando nuevos circuitos en nuestro cerebro y volviéndonos más conscientes de cómo cierto lenguaje puede crear un entorno de trabajo más solidario.
PRONOMBRES E INCLUSIÓN DE GÉNERO
Cuando hablamos, tendemos a usar pronombres como «ella» y «él» como descriptores genéricos. Sin embargo, hay personas que pueden no identificarse ni como hombres ni como mujeres, por lo que es importante que nuestro idioma lo tenga en cuenta.
En lugar de usar pronombres binarios tradicionales, puedes usar pronombres plurales de género neutro como «ellos», «sus», y «ellos mismos».
Por ejemplo, si quisieras hacer referencia al trabajo de alguien, independientemente del hecho de que parezca hombre o mujer, podrías decir: «Realizaste una campaña de redes sociales bien pensada para el nuevo programa de esa organización sin fines de lucro».
Como ya estás familiarizado con estos pronombres, no es difícil comenzar a usarlos en lugar de los binarios de género.
Hay pronombres alternativos de género neutro que puedes usar y que se ven y se sienten como un nuevo idioma, pero no te sientas abrumado: no tienes que usar estos identificadores a menos que te lo pidan.
Una de las cosas más fáciles que puedes hacer para incorporar un lenguaje más inclusivo en el trabajo es aprender con qué pronombres se identifican tus compañeros de trabajo. Dependiendo de dónde trabajes y con un poco de coraje, puedes hacer que los demás, y tú mismo, se sientan más incluidos y respetados.
Puedes preguntar: «¿Qué pronombres prefieres?» o «¿Cómo te gustaría que me dirigiera a ti?»
Si preguntar se siente demasiado adelantado o potencialmente ofensivo, puedes tomar la iniciativa. Por ejemplo, «Soy María y me guío por ella». Esto invita a otros a hacer lo mismo.
Si cometes un error e identificas a alguien incorrectamente, no seas demasiado duro contigo mismo; discúlpate con tu compañero y reafirma con qué pronombres se siente cómodo.
Si te encuentras usando un lenguaje de género, capazista o heteronormativo, se consciente de tu error y de cómo podrías haberte expresado de manera diferente para poder hacerlo la próxima vez.
SE CONSCIENTE DE LAS FRASES HETERONORMATIVAS
La identidad de género binaria es solo un ejemplo de heteronormatividad, que también incluye:
- La asunción de heterosexualidad;
- La asunción de una estructura familiar de “mamá y papá”; y
- Supuestos y referencias a los roles de género «tradicionales» en el hogar (p. Ej., «Mamá lava los platos mientras papá trae a casa el tocino»).
Dado que la base de la heteronormatividad es la suposición, la mejor manera de evitarla es hacer preguntas inclusivas cuando no estés seguro de la sexualidad de alguien o del pronombre de género preferido. Por ejemplo, no preguntes: «¿Cómo está tu esposa?» En su lugar, pregunta: «¿Cómo está tu pareja?»
HABILISMO INVOLUNTARIO
Así como el lenguaje tiene género, también puede ser capazista. La discapacidad es simplemente la discriminación contra cualquier persona con una discapacidad física o mental. Y nuestro lenguaje cotidiano y casual, lamentablemente, puede ser capaz de reforzar la insensibilidad y los estereotipos negativos.
Palabras como «ciego», «sordo», «tonto», «idiota», «loco», «cojo», «chiflado» y «psicópata» son todas habilistas.
En lugar de usar palabras como estas, aprovecha esta oportunidad para practicar una comunicación más clara. En lugar de decir: «Mi gerente está loca si cree que vamos a cumplir con ese plazo», puedes decir: «Este plazo no es realista«.
PROMOVIENDO LA INCLUSIÓN EN EL TRABAJO
Idealmente, el uso de un lenguaje imparcial se convertirá en la norma y se estandarizará, pero hasta entonces se necesitarán los esfuerzos de organizaciones e individuos para cambiar el lenguaje actual. Pero la verdadera clave para la inclusión, es ser conscientes.
Puede parecer abrumador tener en cuenta todos los posibles obstáculos lingüísticos que puedes encontrar. Así que nuestra primera recomendación es que aceptes que eres humano, como el resto de nosotros.
Está abierto a escuchar a los demás y a aprender desde su perspectiva. Si cometes un error, tómate el tiempo para comprender qué fue y aprender de él. Con el tiempo, será más fácil y tú también podrás ayudar a otros a ampliar sus perspectivas y sensibilidades lingüísticas.