El Consell Valencià de Cultura (CVC) despide a Francisco Brines un día después de su muerte a los 89 años como un icono de la Generación de los 50, «seguramente la mejor poesía castellana desde el Siglo de Oro».
«Los había sobrevivido a todos, había ganado todos los premios posibles (Adonáis, lo Fastenrath, Nacional de la Crítica, Cervantes, Alta Distinción de la Generalitat…) y tenía el reconocimiento de la crítica», exclama en un comunicado.
Para el CVC, en su poesía sobresale el elemento capital del territorio, de la geografía física: «Hay poetas en los que el lugar, el espacio físico, se diluye, al menos el del contacto directo y espontáneo, pero en Paco Brines este es un rasgo fundamental de vida y obra. No es casual que la Safor lo haya visto nacer y morir».
Inglaterra también debió de significar «algo más que un paso» en su formación académica, pues su relación con la poesía inglesa, en particular con los metafísicos y los poetas de la experiencia, lo llevaron a estudiar con especial atención los autores castellanos que habían escrito en esta línea, como Berceo, Manrique o Machado.
Sobre todo, la entidad resalta su carácter, «porque en Brines se da el intimismo de manera natural y muy determinada de valorar la decadencia física». Aunque «no supo nada» de la experiencia radical del exilio de Cernuda, sí tenía una conciencia de la pérdida y una tirada acentuada hacia la metafísica.
Y, como él mismo decía, también era deudor de Ausiàs March, con una lamento y una exaltación parecidas en el mismo paisaje. Gil de Biedma, Valente o Claudio Rodríguez fueron sus compañeros de lo que se ha denominado como la Generación de los 50.
El CVC, que publicó en 1993 una antología de su obra titulada ‘Espejo ciego’, ultima otra en varios idiomas con la colaboración del Ayuntamiento de València y Mostra Viva del Mediterrani.
Durante las últimas semanas se han rodado en el jardín del Palau de Forcalló algunas escenas para el documental de Rosana Pastor sobre el autor, ‘Francisco Brines, los signos desvelados’.
Como curiosidad, en una de sus últimas fotos, Brines aparece en su casa de Oliva leyendo un poema dedicado de Jesús Huguet, secretario del Consell Valencià de Cultura.