Los pacientes con Covid-19 no hospitalizados tienen menos riesgo de padecer efectos graves a largo plazo, según ha puesto de manifiesto un estudio llevado a cabo por investigadores de Dinamarca y que ha sido publicado en la revista ‘The Lancet Infectious Diseases’.
No obstante, los síntomas persistentes en estos pacientes podrían provocar un mayor número de visitas al médico en los seis meses posteriores a la infección. Por tanto, los resultados han puesto de manifiesto que las personas positivas al SARS-CoV-2 tenían un riesgo ligeramente mayor de iniciar medicamentos para ayudar a mejorar la respiración y aliviar las migrañas, así como un riesgo ligeramente mayor de recibir un primer diagnóstico de problemas respiratorios y coágulos de sangre en las venas.
Los investigadores utilizaron datos de los registros sanitarios daneses de todas las personas que se sometieron a la prueba del SARS-CoV-2 entre el 27 de febrero de 2020 y el 31 de mayo de 2020. El estudio siguió a 8.983 personas positivas al SARS-CoV-2 no hospitalizadas y a 80.894 personas negativas al SARS-CoV-2 durante el período de dos semanas a seis meses después de la prueba.
Al comparar los datos de los dos grupos, los investigadores evaluaron el riesgo relativo de comenzar con nuevos medicamentos y de recibir un diagnóstico de una nueva condición de salud durante este tiempo. El análisis tomó en cuenta variables que podrían estar asociadas con tener una prueba positiva versus negativa y con el riesgo de un curso más severo de COVID-19, como obesidad, cáncer y enfermedad renal.
Entre las personas positivas para el SARS-CoV-2, el 31 por ciento había iniciado nuevos tratamientos con medicamentos durante el período de seguimiento. Un análisis más detallado encontró que, en comparación con aquellos con una prueba de SARS-CoV-2 negativa, aquellos con una prueba positiva tenían un mayor riesgo de iniciar medicamentos para ensanchar las vías respiratorias (1,8% en comparación con 1,5%) y medicamentos para tratar las migrañas (0,4% en comparación con 0,3%).
Los riesgos de recibir un diagnóstico hospitalario de una nueva condición de salud durante el seguimiento fueron similares en los dos grupos (alrededor del 26%). En comparación con las personas que resultaron negativas, aquellas con una prueba de SARS-CoV-2 positiva tenían un mayor riesgo de recibir un primer diagnóstico de dificultades respiratorias (1,2% en comparación con 0,7%) y coágulos de sangre en las venas (0,2% en comparación con 0,1%).
Asimismo, no se identificó un mayor riesgo de complicaciones graves identificadas por investigaciones previas realizadas entre personas hospitalizadas por COVID-19, como accidente cerebrovascular, encefalitis y psicosis, entre las personas que no requirieron hospitalización.
La investigación también analizó el uso de los servicios de salud en el período de seguimiento y encontró que aquellos con una prueba de SARS-CoV-2 positiva visitaron a sus médicos generales alrededor de un 20 por ciento más a menudo que aquellos que dieron negativo. Sin embargo, no hubo diferencia en las visitas al servicio de urgencias o en la hospitalización.
El seguimiento del estudio se limitó a seis meses después de la prueba positiva, lo que significa que es posible que los datos no hayan captado las complicaciones y los síntomas a largo plazo del COVID-19 que podrían ocurrir después de este tiempo.
Además, debido a los recursos limitados durante la pandemia, es posible que algunas personas con complicaciones hayan sido remitidas a hospitales, pero en realidad no asistieron a las clínicas antes del final del seguimiento. Esto puede haber afectado el número de diagnósticos hospitalarios registrados.