El duelo del Real Madrid ante el Chelsea (2-0) dejó secuelas y una de las más importantes es sobre el estado físico de Sergio Ramos. En un marco tan determinante como unas semifinales de la Champions League, muchos pensarán y estarán de acuerdo en que los mejores de cada equipo deben estar sobre el terreno de juego; sin embargo, siempre deben existir matices que determinen en que condiciones se deben encontrar esos futbolistas para tener derecho de disputar estos duelos tan importantes. Al ver eso se deja en evidencia la postura que tomó Zinedine Zidane con respecto a la titularidad de varias de las piezas claves de la plantilla blanca; pero es que el técnico galo falló en códigos muy importantes de vestuario y también en su criterio propio al tener concesiones con ciertos futbolistas que al final le terminaron pasando factura.
Entre esos jugadores con los que Zidane tuvo ese voto de confianza poco sensato a estas alturas fue con Sergio Ramos. El de Camas volvía de una lesión importante, que lo había tenido varias semanas fuera de los terrenos de juego; sin contar que mientras se recuperaba se contagio de Covid-19. Frente a todos estos percances y contra todo pronóstico, el andaluz regresó a la titularidad en un partido crucial, sin ritmo de juego y sin haberse preparado en un partido oficial antes, como para evaluar sensaciones. Zidane pensaba que un hombre de su envergadura, liderazgo y temple sería crucial en unas semifinales de Champions League en la que los suyos necesitaban remontar; no obstante, el francés no tuvo en cuenta que esto no son los años 60 y aquí el físico y el ritmo competitivo acaban pesando más que el nombre.
Un sistema en el que no se encontró a gusto
Pese a que Sergio Ramos tenía su brazalete de capitán y trató en todo momento de levantar la moral de sus compañeros, eso no fue suficiente para contener a una avalancha azul que le pasó por encima a todos el equipo; pero que al concentrarse en su actuación quedó mucho más expuesto que el resto a no tener una forma física acorde al resto. Aunque se exprimió, entrenó en casa y se recuperó lo mejor que pudo, nada de eso pudo compensar el tiempo de juego que el rival si tenía en sus piernas y por eso siempre se vio superado con total facilidad. Está claro que este error viene de la propia insensatez del jugador; pero también de un entrenador que se tragó la lógica y creyó más en lo místico. Sin embargo, eso no fue lo único que hizo mal Zidane en este choque.
Además de que colocó jugadores que no estaban listos físicamente, como el sevillano, también los puso en posiciones que no eran las suyas. Zidane aplicó un sistema de juego que ya venían usando, el 3-5-2; pero el problema es que lo uso con hombres que no estaban habituados a jugarlo y menos en otras posiciones. En el caso de Sergio Ramos se notó rápidamente que no estaba listo para tanta exigencia al jugar libre en el medio de la defensa. Tan sobrepasado se vio que protagonizó uno de sus peores partidos de la temporada; en el que estuvo dando un recital de errores, de llegadas a destiempo y de poca fiabilidad defensiva como no se le había visto en muchos años o tal vez nunca. La verdad es que nunca pareció entender su rol en la zaga y con los rivales como aviones todo se vio mucho peor.
Sergio Ramos lo intentó hasta el final
Lo peor de todo en la actuación de Sergio Ramos es que se vio tan sobrepasado que no hubo lugar para dudar de si el nivel del Chelsea era tan superior como se vio. Incluso en el gol que marcó Mount, al minuto 85, un error suyo fue el que lo propició; porque al errar el despeje descolocó a toda la defensa y luego en lugar de cerrarle el paso a Pulisic, se le vio lento y endeble en la marca. El estadounidense hizo lo que quiso y mandó el pase certero a su compañero para que sentenciara una eliminatoria que desde hace tiempo se había decantado a favor de los blues; pero que solo su mala puntería y un salvador Thibaut Courtois habían retrasado al máximo. Nada del plan de Zidane salió y tanto la pizarra como esa mística que quería generar, todo eso falló.
Ya con el marcador en contra y la eliminatoria sentenciada, Sergio Ramos subió al área rival para intentar animar a los suyos con algún gol que pudiera cazar; pero realmente esa posibilidad no era más que una quimera. Si bien alzó los brazos, arengó y animó a todos hasta el final, colocándose él como delantero, poco pudo hacer para revertir la situación. Ciertamente allí fungió de capitán y líder, la cosa es que eso podía hacerlo sin haber jugado; porque en ese partido lo que se necesitaba eran a los hombres que estuvieran mejor físicamente y no de tantos gritos de ánimos. Obviamente el compromiso y la entrega del capitán estuvieron presentes en todo momento; sin embargo, ante el Chelsea necesitaban era de sus piernas y allí no las tuvo. Tanto él como ZIdane deberán reflexionar para que el futuro un error así no vuelva a pasar factura.