El 75% de los ciudadanos españoles no ahorra para la jubilación aunque lo considera muy importante, dos terceras partes no cuidan su salud con vistas al futuro y la mitad no están mentalizados sobre la muerte, según un estudio que pone de manifiesto que el ahorro finalista es un buen hábito porque lleva a un mayor cuidado de la salud y a una mayor aceptación del final de la vida.
Así se desprende del estudio ‘La Planificación de la Última Etapa de la Vida: Claves para afrontar el envejecimiento y el aumento de la esperanza de vida’, presentado este viernes y promovido por Fundación ONCE, ILUNION Correduría de Seguros, LABORAL Kutxa, Fundación Aequitas y Fundación Edad&Vida.
El trabajo, en el que han participado una veintena de expertos de los ámbitos económico y socio-sanitario junto a más de 1.300 ciudadanos de distintas edades encuestados en dos oleadas –antes y durante la pandemia–, concluye que quienes ahorran para la jubilación cuidan más su salud y aceptan mejor el final de vida.
Si se comparan los resultados antes y después de la crisis del Covid, se observa que los ciudadanos están más concienciados ahora sobre la necesidad de ahorrar y ha aumentado en nueve puntos el porcentaje de personas que han empezado a ahorrar de forma esporádica. Entre los principales métodos de ahorro para la jubilación, destacan los planes de pensiones (43%).
Además, el estudio pone de manifiesto que quienes ahorran para la jubilación, cuidan más de su salud. En este sentido, los autores ponen de relieve que «solo» uno de cada tres ciudadanos cuida de su salud desde hace tiempo.
En opinión de los encuestados, entre las medidas y cambios que se deberían abordar para mejorar la atención a las personas mayores y con discapacidad, figura la de dotar de más recursos al sistema para atender los costes derivados de la dependencia (86%). Los profesionales, por su parte, se fijan en la necesidad de aumentar el número de especialistas en geriatría y gerontología, y mejorar la asistencia de los pacientes crónicos.
Igualmente, los autores del estudio relacionan el ahorro finalista y el cuidado de la salud con una mayor aceptación del final de vida. En este aspecto, los ciudadanos confiesan que, en el ámbito de la aceptación de la muerte, el principal miedo que tienen es convertirse en una carga para la familia (74%), seguido de tener una enfermedad (70%) y de no disponer de recursos económicos suficientes (66%). Señalan asimismo el sufrimiento físico (64%) y el sentimiento de soledad (54%).
Por otro lado, el estudio destaca el «desconocimiento generalizado» de los instrumentos de protección legal de la persona y de su patrimonio ante el final de la vida: testamento, documento de voluntades anticipadas y poderes preventivos. Según la encuesta realizada a los ciudadanos, el 60% no ha otorgado ninguno de los tres instrumentos.
En resumen, los autores del documento señalan que la asignatura pendiente de los españoles es transformar esa «más vida» en «mejor vida». «La calidad de vida que podemos tener en esta última etapa dependerá en gran medida de las decisiones en el ámbito económico, de la salud y la preparación para el final de vida que hayamos tomado en las etapas precedentes», subrayan.
Entre las recomendaciones que hacen, destacan: potenciar una mayor cultura financiera desde los poderes públicos y las empresas para que el ahorro para la jubilación se inicie con la incorporación al mercado laboral, promover más educación para la salud en edades tempranas y avanzar hacia una mayor cultura social sobre la muerte para que «se acepte como parte de la vida y deje de ser un tabú».