Investigadores del Instituto Español de Oceanografía (IEO) han liderado un trabajo, publicado en la revista ‘Oceans’, que compara por primera vez la distribución de las larvas del atún rojo atlántico y la de otras especies de peces a diferentes profundidades, así como los factores ambientales que determinan esa distribución, en dos de las principales áreas de reproducción de esta emblemática especie: el Mediterráneo occidental y el golfo de México.
Según ha explicado este jueves el IEO en una nota de prensa, los investigadores analizan la influencia de la temperatura y otras variables ambientales en las principales áreas de reproducción de esta especie.
Este nuevo trabajo, basado en datos obtenidos en dos campañas oceanográficas gemelas que se realizaron en el Mediterráneo occidental y el golfo de México en 2012, indica que la temperatura es una de las principales variables que condiciona la profundidad a la que se desarrollan estas comunidades de larvas de peces.
Los investigadores han modelado la relación existente entre las profundidades a las que las distintas comunidades se desarrollan y el ambiente que caracteriza esas profundidades. En el Mediterráneo la temperatura aparece como el factor principal que condiciona la estructura en profundidad de las comunidades de larvas de peces mientras que en el golfo de México son la salinidad y la fluorescencia las que tienen una mayor relación con esa distribución en la vertical.
Según han explicado, en el Mediterráneo occidental la estratificación térmica del agua en verano, es decir, la formación de capas de diferentes densidades a causa de la diferencia de temperatura, condiciona la distribución de las larvas de atún rojo, que solo pueden vivir a más de 20 grados.
Este factor limita las zonas óptimas para su desarrollo a los primeros metros de profundidad. En cambio, en el golfo de México las temperaturas del agua son más elevadas y no existe esa estratificación superficial, por lo que las larvas de atún rojo podrían encontrar condiciones óptimas de temperatura hasta los 80 metros de profundidad.
La primera autora del estudio, Itziar Álvarez, ha explicado que el hecho de que los túnidos sean depredadores visuales hace que se distribuyan en zonas donde llega la luz.
Por otro lado, ha añadido, la voracidad de las larvas de atún rojo hace que el resto de túnidos desciendan un poco más para continuar en la zona iluminada pero evitando la coexistencia con esta voraz especie.
Estudios con metodologías estandarizadas y estudios comparativos como éste proporcionan, según han explicado desde el IEO en la nota de prensa, importantes conocimientos sobre la ecología larvaria del atún y especies asociadas.
Además, permiten diferenciar los procesos que tienen lugar a nivel local de las respuestas a nivel general de toda la población de atún rojo atlántico, una información que resulta clave para la ordenación pesquera.
El estudio, en el que han colaborado investigadores de los centros oceanográficos de Baleares, Málaga y Gijón del Instituto Español de Oceanografía (IEO), en colaboración con el Oregon Department of Fish and Wellfare, la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) norteamericana, el Cooperative Institute for Marine and Atmospheric Studies (CIMAS) de la Universidad de Miami, la Dirección General de Pesca y Medio Marino del Govern y el Sistema de Observación y Predicción Costero de las Islas Baleares (SOCIB), ha sido financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación, mediante los proyectos ATAME y ECOLATUN y un contrato post-doctoral Juan de la Cierva, la NOAA y el convenio de colaboración BLUEFIN entre el IEO y el SOCIB.