La soprano Sondra Radvanovsky se convierte en las reinas isabelinas María Estuardo, Ana Bolena e Isabel I en el concierto ‘Las tres reinas’, con dirección de Riccardo Frizza, que se podrá ver en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona en dos únicas funciones este jueves y sábado.
Se trata de un retrato de «la orgullosa Maria Estuardo, la pasional Ana Bolena y la poderosa Isabel I», según ha explicado el director artístico del teatro, Víctor Garcia de Gomar, en rueda de prensa este martes.
La obra representa las escenas finales de las tres óperas que componen la ‘Trilogía Tudor’, de Gaetano Donizetti, algo que ya se había hecho en concierto, pero nunca antes se habían puesto en escena, según Frizza.
Frizza ha explicado que se puede percibir cómo el compositor va madurando de ‘Ana Bolena’ a la ópera que cierra la trilogía, ‘Roberto Devereux’: «Yo creo que ‘Roberto Devereux’ es una de las óperas más bonitas que se han escrito nunca».
La propuesta escénica va a cargo del director de escena Rafael R. Villalobos, y el reparto artístico incluye a la mezzosoprano Gemma Coma-Alabert, el tenor Marc Sala, el barítono Carles Pachón y la participación de la Orquesta Sinfónica y el Coro del Liceu.
TRES MUJERES FUERTES
Radvanovsky ha dicho que las tres reinas eran mujeres muy fuertes con las que se siente muy identificada: «Las tres fueron reales, respiraron, y fueron muy importantes en la historia; llevo todo ese peso en mis hombros», ha dicho.
A su juicio, son las tres muy distintas, y sus diferencias se reflejan también en la voz: Ana Bolena es la que tiene la tesitura más baja, María Estuardo es una soprano lírica e Isabel I tiene una coloratura dramática.
Ha destacado sobre todo a Isabel I, su reina preferida y la de Frizza: «Cuando llega al final de su vida reflexiona y se da cuenta de que lo ha tenido todo menos lo que ella quería: el amor».
«DESNUDAR A LA REINA»
Villalobos ha dicho que con la propuesta escénica quería «desnudar a la reina» para ver a la mujer que hay detrás, mostrando las diferencias entre la locura de Ana Bolena, la honorabilidad de María Estuardo y la soledad de Isabel I, en sus palabras.
Ha explicado también que su objetivo era que el espectáculo fuera «muy desnudo, muy sobrio, con el canto brillando por encima de todo lo demás».
El vestuario corre a cargo del diseñador Rubin Singer, y Radvanovsky ha dicho que sobre todo buscaban que los vestidos no parecieran un disfraz: «Queríamos que fueran elegantes y un guiño a cada reina», ha añadido.