El FC Barcelona ahora está inmerso en una lucha brutal para ganar LaLiga Santander y tras el último choque, Ronald Koeman quedó más que señalado como el artífice principal de un varapalo que daña gravemente las aspiraciones del conjunto blaugrana para quedarse con el doblete. Si bien el técnico neerlandés es una de las razones más importantes del resurgir de este Barça, que lo hizo pasar de resultados irregulares y un pobre juego, a levantarse, ganar la Copa del Rey y pelear hasta el final por una Liga que ya parecía acabada; la verdad es que sigue sin terminar de convencer que es capaz de entrenar al equipo catalán de forma segura, pues en los momentos claves suele cometer fallos garrafales. Estos errores no solo cuestan prestigio, también puntos que, como ya quedó más que claro tras este último choque, son claves.
Ante el Granada hizo gala una vez más de su poca pericia para saber leer los partidos. Aunque está claro que mucho mérito viene del conjunto andaluz, que supo aprovechar su momento y se hizo fuerte en el tramo decisivo, no hay excusa para un Barcelona que tenía la obligación de ganar y una oportunidad dorada. En el Camp Nou no podía dejar escapar esos puntos, pues con ellos no solo se trepaba a la cima de LaLiga, sino que además conseguía depender de sí mismos para quedarse con el título. Ahora esa oportunidad se ha ido por la borda y todas las miradas señalan a un Koeman que aparece como el gran responsable de un batacazo histórico, que unido al que sufrió recientemente ante el Real Madrid, lo dejan muy tocado en sus aspiraciones de permanecer en el banquillo azulgrana la próxima campaña.
Confianza extrema en las «vacas sagradas»
Contra el equipo que dirige Zinedine Zidane, el Barcelona ya dejó algunas lagunas muy graves que le hicieron perder el duelo. Si bien la gran mayoría de los fallos en ese duelo provinieron de Koeman, también algunos jugadores tuvieron su cuota de culpa; una situación muy similar que se repitió con el Granada. Sin embargo, aquí el bajo nivel de una defensa muy mal planteada al estar compuesta por Umtiti, que ya no juega con continuidad; Piqué y Sergi Roberto, que vienen de largas lesiones y no tienen mucho ritmo de juego; y Jordi Alba, que esta volviendo a mostrar esa faceta irregular de la primera mitad; eso si tiene que ver más con el neerlandés, pues fue él quien eligió ponerlos allí y, peor aún, el que eligió no sacarlos en el momento en que se vio que ya no podían dar más.
Si bien en su duelo contra el Madrid se dio cuenta de su error, tarde pero lo hizo, y el equipo pudo recuperar un poco su entereza para presionar hasta el final; en el caso del Granada hizo todo lo contrario, pues se quedó pensando en otras cosas y en el partido que se desarrollaba ante sus ojos lo dejó perder como si nada. Esa confianza extrema en las vacas sagradas le terminó pasando factura, pues ni Sergi Roberto ni Piqué, los dos más criticados, están al nivel para jugar en el Barcelona actual y a ninguno de los dos los sacó; más bien ambos terminaron el partido. Tampoco se atrevió a mover arriba al equipo en el que Messi se apagó, pero los que estaba a su alrededor tampoco funcionaron y a ellos ni los miró. Koeman prefirió achacarle los errores a los jóvenes.
Koeman no sabe mover la pizarra
Realmente este duelo abrió muchas heridas, pues trajo a la memoria aquellos tropiezos en los que Koeman se quedó impávido en el banco sin saber que hacer. Aquellas caídas ante Cádiz, Getafe, Alavés, Real Madrid o Eibar pegaron muy fuerte; pero ninguna supone un dolor tan grande como este frente al Granada, pues ya dejaron de depender de sí mismos para quedarse con el título de Liga. Este golpe ya comienza a dejar secuelas y una de las más claras es que ya muchos se percataron que el entrenador neerlandés se paraliza cuando el plan inicial no rinde frutos o los rivales consiguen encontrarle la vuelta. Y es que Koeman no solo se rehusó a sacar a «vacas sagradas» que lo hicieron fatal, como Piqué o Sergi Roberto, sino que además cometió otros fallos imperdonables.
Para empezar sacó Busquets, que lo estaba haciendo muy bien, y luego a jóvenes; pero eso no fue todo, porque sus errores se extendieron al decidir no moverse más. Si bien el 3-5-2 de Koeman funciona bien y ya ha cuajado mejor en este Barcelona; el problema está en que cuando esto no funciona o cuando los jugadores se relajan, el neerlandés se queda quieto en la banda y no hace reaccionar al equipo con otro sistema, con otros movimientos y hasta con otros jugadores. Con la reacción del Granada no sucedió ninguna respuesta y cuando se completó la remontada, menos aún; de hecho mató el partido al sacar al único que estaba moviendo al equipo (Busquets) por uno que ni apareció (Trincao). Este nuevo error le resta mucho mérito al neerlandés y deja al Barça al borde de perder una Liga por la que tendrá que luchar mucho mejor.