El Ministerio de Educación y FP está trabajando para que la educación afectivo sexual quede plasmada en el currículo escolar de Secundaria y Bachillerato, según ha asegurado este martes la ministra de Educación y FP, Isabel Celaá, ya que «los discursos de odio no caben en la escuela democrática» ni en «una escuela de ideario constitucional».
Así lo ha afirmado la ministra en contestación al senador de Más Madrid, Eduardo Fernández Rubiño, que le ha preguntado en el Pleno del Senado de este martes «sobre las medidas que va a tomar el Gobierno para que el sistema educativo español avance de manera clara en materia de educación afectivo sexual».
Según ha explicado Celaá, «la primera medida» que ha tomado el Ejecutivo en este sentido ha sido «el reconocimiento legal» de implantar la educación afectivo sexual en la nueva ley educativa (la LOMLOE o ‘Ley Celaá’).
«Nuestras medidas son claras, trabajamos con determinación y convicción para, primero, establecerlo en la Ley, segundo, llevarlo al desarrollo curricular, tanto en Secundaria como en Bachillerato», ha señalado Celaá, que recuerda que la educación afectivo sexual está plasmada en la Ley en los arts. 24, 25 y 27.
Asimismo, la titular del Departamento de Educación y FP ha afirmado que desde el Gobierno se va a incentivar los protocolos dentro de los centros educativos para que ellos, en ejercicio de su autonomía pedagógica, puedan establecer protocolos que hagan conscientes a los niños de la necesidad de respetar a los demás y de evitar el abuso hacia uno mismo y hacia otros. «Esto forma parte sustantiva de la educación», añade.
Durante su intervención, el senador ha advertido de que, «desgraciadamente, las escuelas siguen sin ser espacios seguros para niños y niñas LGTBI» y ha recordado algunos casos que se han conocido en los medios de bullying hacia niños o niñas LGTBI.
Según Fernández Rubiño, hay varios informes que alertan de que la LGTBIfobia es la razón principal de discriminación en las escuelas, por lo que ha defendido la importancia de implantar la educación afectivo sexual en España, dado que la violencia hacia niños o niñas LGTBI «no es pasajera».
«Hay que ser claro, no solamente duelen los golpes o las palizas, sino comentarios, risas, señalamientos, estereotipos, en el patio, en las aulas o en los gimnasios, y duelen los insultos», ha lamentado el senador, que ha enumerado cerca de una veintena de términos despectivos para las personas LGTBI (como «maricón», «nenaza», «travelo», «marimacho» o «tortillera») que, a su juicio, «se siguen escuchando todos los días en las escuelas», por lo que ha sacado a colación su rechazo al ‘pin parental’. «No habrá libertad hasta que no desterremos el odio de nuestras aulas», ha sentenciado.
La ministra, que ha asegurado estar «completamente de acuerdo» con el senador, ha indicado que el Ministerio tiene evidencias de que en aquellos centros donde se ha desarrollado un protocolo que ha suscitado el respeto por la diferencia y la diversidad, «se ha educado restando todos los discursos de odio» como la xenofobia, la transfobia, la aporofobia y la homofobia.