El Grupo de Psoriasis (GPs) de la Academia Española de Dermatología y Venereología acaba de publicar una actualización sobre el uso de las vacunas donde recuerda que no existe evidencia alguna de que la administración de las vacunas tenga efectos negativos en el curso de la psoriasis.
De todos modos, advierten, «es conveniente recopilar datos de registro para informar si las vacunas contra la COVID-19 afectan positiva o negativamente la evolución de la psoriasis». Aunque, añaden que las cuatro vacunas que disponibles esta semana son vacunas basadas en tecnologías que no suponen ningún riesgo de activación de la infección.
Por tanto, «ninguna de las vacunas frente a la COVID-19 disponibles en este momento está basada en virus vivos atenuados, que estarían contraindicadas en pacientes que reciben tratamiento inmunosupresor o biológico. Esta consideración puede cambiar si se introducen en el circuito de vacunación otras opciones».
En cuanto a los efectos secundarios la información disponible refleja que la seguridad a corto plazo es favorable, con efectos secundarios similares a otras vacunas habituales. El efecto secundario más común es el dolor en el lugar de la inyección, especialmente en las 12 a 24 horas posteriores a la administración, que se ha descrito como leve-moderado en el 99% de los casos. Cierta sensación de cansancio o debilidad, fatiga y dolor de cabeza son otros efectos secundarios relativamente comunes, mientras que es infrecuente que aparezca fiebre alta.
Como ocurre en cualquier otra vacuna, no se recomiendan en personas que han sufrido reacciones alérgicas a sus componentes. Se han descrito casos infrecuentes de reacciones anafilácticas (1 caso cada 100.000 dosis), probablemente relacionadas con polietilenglicol, un conservante habitual también en otras vacunas. No es necesario hacer de forma sistemática un estudio alergológico previo a la administración de la vacuna a todos los sujetos con antecedentes de reacciones graves a fármacos y/o alimentos.
Se han descrito posibles efectos adversos extremadamente infrecuentes (trombosis con o sin trombopenia) con las vacunas de adenovirus, que están siendo objeto de estudio, pero con la situación epidemiológica en España el riesgo de complicaciones por una posible COVID-19 en individuos no vacunados es muy superior al de este posible efecto adverso de la vacuna en todos los grupos de población.
«No se espera que la toma de fármacos sistémicos convencionales o biológicos para la psoriasis se asocien a ninguna complicación adicional con las vacunas frente a la COVID-19. Sin embargo, hasta la fecha, los ensayos no han incluido a personas que toman medicamentos que afectan el sistema inmunológico y, por lo tanto, será necesario establecer los efectos de las vacunas en esta población específica», añaden.
Por lo que se refiere al efecto del tratamiento de la psoriasis sobre el efecto de las vacunas, hay que tener en cuenta que el metotrexato y ciclosporina A disminuyen la respuesta inmune frente a algunas vacunas, y se puede considerar la suspensión transitoria de estos tratamientos antes y después de la vacunación teniendo en cuenta la semivida de estos fármacos.
En cuanto al dimetilfumarato, señalan que no interfiere con la inmunogenicidad de las vacunas estudiadas (respuesta inmune con capacidad protectora) y apremilast no disminuye la producción de anticuerpos.
Por lo que se refiere a los agentes biológicos, los anti-TNF pueden disminuir la tasa de anticuerpos inducida por algunas vacunas, pero sin efecto significativo sobre la protección conferida. Otros agentes biológicos como ustekinumab, secukinumab e ixekizumab no disminuyen la inmunogenicidad de las vacunas; no existen datos sobre los fármacos de más reciente introducción, aunque cabe suponer que se comportarán como los de su clase correspondiente.