Cuando una persona se declara insolvente es igual a que se está declarando en bancarrota o en quiebra. Esto pasa cuando sucede que el activo circulante es inferior al pasivo exigible.
La persona insolvente es aquella en la que se encuentra en una situación crítica. Ya sea persona o empresa, y solo refiere que no puede hacer frente a los pagos de las deudas contraídas con un acreedor o proveedor.
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Cualquier persona puede declararse insolvente tras atravesar momentos financieros críticos y se ven obligados a tomar medidas. Aunque parece algo bastante complejo , existe la Ley de Segunda Oportunidad, la declaración de insolvencia, que permite responder a la situación con varios procesos y algunas implicaciones.
Insolvencia económica para persona natural o empresa
Cuando hablamos de insolvencia económica nos referimos a la situación jurídica en la que cualquier persona física o empresa se encuentra. Tanto la persona natural como la empresa atraviesa por complicaciones económicas incontrolables y automáticamente no puede hacerle frente a las deudas.
La insolvencia tiene varias vías, a nivel legal dependerá de las leyes de cada país, pero no existe una única forma para salir de las deudas. También influye el nivel de endeudamiento, los tipos de préstamos que se tengas y las condiciones o estado de la deuda.
Luego de un análisis de la situación personas o de la empresa, se procederá a tomar decisiones que permitan dar respuesta inmediata y disminuir la deuda actual en el menos tiempo posible.
Con varias herramientas se puede recuperar el flujo de caja, renegociando, restructurando , compra de cartera y otros.
En cuanto a una última opción, la ley de insolvencia económica funcionará como estrategia para salir de deudas. Esta ley permite negociar las obligaciones a través de un acuerdo con el sector financiero y personas con las que se está endeudada.
Muchas personas y empresas agotan los recursos a fin de no tomar está opción. Aunque para muchos resulta la mejor opción tras declararse insolvente, esto ayuda a no seguir acumulando deudas y evitar males a futuro.
¿Quiénes se pueden declarar insolvente?
Como ya habíamos mencionado, se pueden declarar insolventes tanto las empresas como las personas naturales y las herencias. De acuerdo a las leyes, solo hasta 2015 las empresas podían declararse insolventes, pero con la Ley de Segunda Oportunidad los autónomos y personas físicas también pueden hacerlo.
A nivel empresarial pueden distinguirse dos tipos de insolvencia:
Insolvencia provisional que es la que se destaca cuando:
- Existe la incapacidad de realizar los pagos y se produce por un simple efecto de li quidez temporal. Lo que significa que la empresa no dispone inmediatamente de activos líquidos o liquidables para hacer frente a sus deudas. Sin embargo, dispone de un patrimonio no líquido que pueda servir para solucionar la situación.
- También cuando la empresa no disponga de recursos suficientes para poder saldar las deudas, consiga por parte de sus acreedores un aplazamiento de pagos, incluso hasta el perdón de parte de la deuda, que le bastará para hacer frente y poner solución a la situación.
Insolvencia definitiva: se refiere a la situación irremediable de bancarrota o quiebra:
- Básicamente es cuando la empresa no tiene activos propios suficientes para afrontar los pagos ni a corto ni a largo plazo. Se dice que en la contabilidad se verá reflejado que el neto patrimonial es insuficiente o incluso negativo.
Requisitos para declararse insolvente
Para que una persona pueda declararse insolvente se debe cumplir una serie de requisitos que exige la ley de quiebra para las personas:
- La deuda no puede superar los 5 millones de euros.
- Durante los diez años anteriores no puede haber sentencia firme en contra del deudor por algún delito relacionado con su patrimonio, seguridad social, hacienda, contra los derechos de los trabajadores o delitos de falsedad documental.
- La deuda contraída no debe de ser con la Administración Pública, es decir ni con Hacienda ni con la Seguridad Social.
Una vez tomada la decisión de acogerse a la Ley de la Segunda Oportunidad, es dejar de pagar todas las deudas. Solamente deben pagarse aquellos gastos necesarios para la supervivencia es decir, los créditos contra la masa.
Entre los principales requisitos a tener en cuenta:
- La persona física o autónomo debe de haber incumplido el pago de 2 o más obligaciones de pago, durante más de 90 días, a favor de 2 o más acreedores.
- Las deudas deberán haber sido contraídas en el desarrollo de su actividad. El valor acumulado de las deudas supondrá como mínimo el 10% del pasivo total del deudor.
La Ley de la Segunda Oportunidad ayuda a librarse de las deudas, incluso hasta un 50% de las deudas contraídas con hacienda y seguridad social.
¿Cómo funciona?
Una vez iniciado el procedimiento judicial, el empresario insolvente puede comenzar sus negociaciones con los acreedores hasta conseguir un acuerdo extrajudicial de pago.
Si el juez declara el concurso de acreedores, el empresario aportará toda la documentación precisa. Tras la comprobación, los jueces tramitarán la petición y se publicará en los diversos boletines oficiales.
Asimismo, se elaborará un informe contable con el que se catalogará el grado de insolvencia.
La insolvencia no es una reestructuración de deudas, es una negociación de deudas donde el deudor tiene la oportunidad de proteger a la familia, salvar los bienes, salvar la empresa logrando una estabilidad económica.