Como han demostrado múltiples estudios a lo largo de los años, las mujeres que dan el pecho tienen un menor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares y diabetes en comparación con las que no lo hacen o no pueden hacerlo. Sin embargo, aún no se conocen del todo los mecanismos por los que se reducen estos riesgos en las mujeres lactantes. La presencia de un exceso de grasa, concretamente de grasa visceral y pericárdica, podría ayudar a explicar este hallazgo, según un estudio del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad Tecnológica de Texas (Estados Unidos).
La grasa visceral, a menudo denominada grasa activa, puede aumentar el riesgo de desarrollar problemas de salud peligrosos como enfermedades cardiovasculares, infartos de miocardio, diabetes de tipo 2, accidentes cerebrovasculares, cáncer de mama y colorrectal y enfermedad de Alzheimer. Aunque puede acumularse en las arterias, la grasa visceral suele almacenarse en la cavidad abdominal, cerca de órganos críticos como el estómago, el hígado y los intestinos. La grasa pericárdica, un depósito de tejido graso situado en el exterior del corazón, también puede influir en ciertas afecciones cardiovasculares.
«Sabemos que estas dos grasas relacionadas con los órganos contribuyen a la diabetes, así como a las enfermedades cardiovasculares, por lo que queríamos ver cómo influye la lactancia materna en estos tipos de grasa. Si la lactancia afecta a estas grasas, significa que podría proporcionar un mecanismo fisiológico por el que podemos entender cómo la lactancia afecta realmente a estas dos enfermedades principales. Esa fue básicamente la motivación de este estudio», explica Duke Appiah, líder de esta investigación, que se ha publicado en la revista ‘Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism’.
Dado que estas grasas están relacionadas con la producción de insulina y otros factores cardio-metabólicos, el cambio de peso podría influir en la relación entre la lactancia materna y estas grasas. Por ejemplo, la grasa visceral que se acumula alrededor del abdomen tiende a incluir también adipoquinas, que son citoquinas producidas por el tejido graso.
Las adipoquinas también segregan hormonas, que influyen en la sensibilidad a la insulina de los músculos. Cuando la cantidad de grasa visceral aumenta, también lo hace la competencia por los sitios de unión de la insulina, lo que aumenta el riesgo de desarrollar resistencia a la insulina o intolerancia a la glucosa.
Un aumento de la grasa pericárdica también supone un peso adicional para el corazón y puede afectar a su contractividad, o a su forma de latir, lo que también podría influir en otras enfermedades cardiovasculares. Aunque muchos estudios han analizado la grasa visceral, o grasa abdominal, y su influencia en la salud cardiometabólica, no se sabe tanto sobre la grasa pericárdica.
«Sin embargo, hay suficientes datos científicos que demuestran que cuanta más grasa pericárdica se tiene, más probabilidades hay de padecer enfermedades cardiovasculares. Lo que esto significa realmente es que la lactancia afecta al aumento de peso, por lo que las mujeres que amamantan no suelen ganar más peso, lo que también influye en una menor acumulación de grasa en el abdomen o alrededor de su corazón», detalla Appiah.
Estudios anteriores sobre mujeres han demostrado que la duración de la lactancia se asocia a un riesgo relativo un 50 por ciento menor de progresión hacia la diabetes de tipo 2 en las mujeres, independientemente de sus perfiles metabólicos y su tamaño corporal antes del embarazo, de los factores sociales y de los comportamientos de estilo de vida.
La lactancia también puede prevenir el desarrollo futuro de enfermedades cardiovasculares en las mujeres al revertir la hipertrigliceridemia durante el embarazo mediante la eliminación del exceso de ácidos grasos en la producción de leche materna y al prevenir la disminución del colesterol de las lipoproteínas de alta densidad después del parto.
«Esta menor grasa pericárdica estuvo mediada solo parcialmente por el posterior aumento de peso, lo que indica que existen potentes cambios metabólicos sistémicos independientes de la adiposidad general. Así, la menor deposición de grasa en el corazón y otros órganos podría explicar potencialmente los beneficios protectores de la lactancia para prevenir las enfermedades cardiovasculares en las mujeres«, apunta el investigador.