Carlos Aurensanz, quien trabaja como inspector de Sanidad y en sus «ratos libres» escribe novelas, ha publicado ‘El tejido de los días’ (Ediciones B), protagonizada y dedicada a las mujeres que tuvieron que «romper roles» en plena posguerra española.
Después de la trilogía dedicada a los Banu Qasi, centrada en Hasday, médico judío del califato de Al Ándalus, y otra en tiempos de Sancho el Fuerte, Carlos Aurensanz regresa al siglo XX para ceder el protagonismo a la mujer.
«Quería hacer un homenaje a aquella generación que vivió un momento absolutamente dramático de nuestra historia, y muy difícil para las mujeres», ha señalado en una entrevista con el autor.
«Quería retratar aquella situación de sometimiento y mostrar las dificultades, las dudas, también la culpa que asalta a las mujeres a la hora de romper con su papel de madres o esposas. A modo de homenaje y reconocimiento quería retratar a aquellas mujeres que también existieron y que lucharon por no cumplir con lo que les imponían», ha añadido.
La protagonista de ‘El tejido de los días’ es Julia, una joven viuda y embarazada que llega a Zaragoza y «trata de abrirse camino sin un hombre a su lado, en una sociedad que tenía reservado para cualquier mujer tan solo los papeles de esposa y madre».
Tanto Julia como Antonia son mujeres fundamentales en esta novela «que van a intentar escapar al destino que esa sociedad, sojuzgada por el nacional catolicismo imperante, les había adjudicado de antemano».
Aunque con toques de ficción, Aurensanz señala que ‘El tejido de los días’ se basa en una historia real: la de una joven de 14 años que aterriza en Zaragoza desde un pueblecito de la provincia de Teruel y que llega a servir a los Monforte, con todo lo que eso implica.
Aurensanz describe aquella España de posguerra como una sociedad «gris como la carbonilla de las calderas con unas diferencias sociales que se convertían en un abismo, y un minoría enriquecida y adinerada que convivía con la gran masa que vivía todavía en condiciones de miseria».
La mansión de los Monforte es el escenario donde confluyen todos los personajes de esta novela: el adinerado hombre y su familia, el nutrido servicio que se mueve en las partes menos nobles de la casa y también Julia, cuyo negocio de costura le abre las puertas de este pequeño universo.
Aunque es una obra de ficción, Aurensanz ha tenido que realizar un proceso de documentación tan exhaustivo como en el caso de las novelas históricas.
«A cada paso surgían dudas que era necesario resolver: ¿Había penicilina en un hospital de Zaragoza en 1951? ¿La calefacción en una gran mansión de la época era aún de carbón o ya se instalaban las primeras calderas de fuel oil? ¿Qué línea de tranvía había que tomar para llegar al cementerio? ¿Qué películas había en cartelera la primera semana de septiembre de 1953?», ha concluido.