Investigadores del Instituto de Tecnología Química e Biológica António Xavier de Portugal han caracterizado una diana terapéutica con gran potencial contra la COVID-19 a través de silenciar una proteína y han construido su primer modelo tridimensional.
Cuando son invadidas por un virus, las células de nuestro cuerpo lanzan una alerta a las células vecinas para que aumenten sus defensas antivirales y así evitar que la infección se extienda. Sin embargo, algunos virus consiguen eludir este sistema imitando el ARN del huésped, lo que les impide ser detectados por la célula infectada y evitar esta alerta.
En el caso del SARS-CoV-2, esta imitación utiliza una proteína conocida como nsp14. Esta proteína es también muy importante para la multiplicación del virus, tarea que se ve facilitada por su unión a la proteína nsp10, dando lugar a un complejo proteico.
Los investigadores comenzaron por realizar la caracterización bioquímica del complejo proteico nsp10-nsp14, una conocida diana terapéutica. «Por primera vez, fue posible identificar los aminoácidos a los que hay que dirigirse para silenciar este complejo», explica Rute Matos. El silenciamiento de nsp14 también «facilita que el organismo identifique el ARN mensajero del virus y active el sistema inmunitario antes de que se replique», añade la investigadora Margarida Saramago.
La construcción del modelo tridimensional del complejo nsp14-nsp10 se basó en las proteínas equivalentes del SARS-Cov-1. «Es como hacer un retrato robot», dice el bioinformático Caio Souza, que construyó el modelo. Con una noción muy clara de la forma de la proteína, fue posible predecir los aminoácidos más importantes.
«Tenemos un mapa muy detallado de la diana que debemos atacar con futuras terapias», señala Diana Lousa, también bioinformática y coautora del estudio. «Al silenciar esta proteína, podremos «domesticar» una enfermedad grave y convertirla en un resfriado», explica Cecilia Arraiano, líder de uno de los dos laboratorios implicados. «Es como si convirtiéramos un lobo en un perro», añade.
Este conocimiento puede servir ahora para desarrollar antivirales, investigación que está llevando a cabo el equipo. «Incluso con la esperanza de las vacunas, es esencial identificar terapias capaces de tratar las infecciones que seguirán ocurriendo», explica Cláudio M. Soares, director del ITQB NOVA y coautor del trabajo. «Este tipo de investigación debe ser financiada por las instituciones públicas», añade.