Chillida Leku iniciará el próximo 10 de junio una nueva línea expositiva, con un programa de artistas invitados focalizado en la escultura realizada por grandes figuras contemporáneas a Eduardo Chillida. Este nuevo proyecto arranca con ‘Tàpies en Zabalaga’, una muestra en homenaje al creador catalán Antoni Tàpies (1923-2012).
La exposición se desplegará en el piso superior del caserío Zabalaga -ocupándolo en su totalidad- y podrá visitarse hasta el 10 de enero de 2022. Estará compuesta por una selección de obras de pequeño y gran formato, fundamentalmente esculturas, fechadas entre los años 80 y 90.
De esta forma, según explican desde Chillida Leku, «entablarán un dialogo directo» con las piezas de Eduardo Chillida, que se expondrán en la planta baja, así como con el propio caserío Zabalaga, espacio que fue restaurado por el artista donostiarra. La muestra contará con la colaboración de la Fundación Antoni Tàpies y de la familia Tàpies, así como con préstamos de diversas colecciones privadas.
Esta nueva línea de trabajo supone un «reto apasionante» para el equipo del museo. «Es una gran responsabilidad para nosotros abrir el museo a otros artistas» señala Mireia Massagué, directora de Chillida Leku, quien apunta que la obra y la figura de Antoni Tàpies «son perfectas para entablar un diálogo con el legado histórico de Eduardo Chillida y esta exposición hunde sus raíces en los principios comunes que guiaron la vida y la práctica artística de ambos».
«EXTRAORDINARIO PARALELISMO»
La elección del artista catalán tiene su origen en el «extraordinario paralelismo» existente en las trayectorias vitales de estas dos grandes figuras del arte del siglo XX. Las biografías de Antoni Tàpies y Eduardo Chillida guardan varios puntos en común y presentan itinerarios paralelos que convergen en diversos momentos históricos y creativos.
El material con el que están realizadas gran parte de las esculturas que integran la exposición es la tierra chamota, que actúa como nexo de unión entre ambos. Fue en 1981 cuando Tàpies comenzó a experimentar con las posibilidades de esta técnica en el taller del ceramista Hans Spinner. En esta época, el artista catalán recibió varias invitaciones para acudir a trabajar la cerámica al taller del galerista Aimé Maeght en Saint-Paul-de-Vence (Francia).
Eduardo Chillida, que había descubierto este material en esos mismos hornos, insistió entonces a Tàpies para que aceptara la invitación y se animará a trabajar con la tierra chamota. Es entonces cuando comienza su producción de barros cocidos.
«Gracias a esta serie de paralelismos, la relación entre Tàpies y Chillida se consolida también en el plano teórico: en su trato con la materia y su voluntad de trascenderla como camino hacia la espiritualidad, en la presencia de la filosofía y la poesía en sus obras o en el interés por el espiritualismo oriental. Todo ello cristaliza en un enfoque humanista del trabajo artístico con el que ambos artistas subrayaban la capacidad transformadora del arte», destacan desde el museo.
La selección de obras, algunas de las cuales podrán verse por primera vez fuera de la Fundación Antoni Tàpies, pone en evidencia el «lenguaje propio y distintivo» del artista y permitirá que el público que se acerque al caserío Zabalaga de Hernani descubra también el repertorio iconográfico del artista catalán.