La Kinesiofobia es el miedo al movimiento, específicamente a realizar algún gesto en particular que haya generado algún dolor recientemente. Este dolor es asociado con lesiones agudas, como los esguinces, las fracturas o las luxaciones, entre otros dolores agudos.
El problema de esta fobia subyace en que la percepción de este dolor es tan aguda que se transforma en una experiencia traumática, y como resultado de esto la persona afectada comienza a evitar realizar el movimiento que provocó dicho dolor en un principio. De esta manera evita que el dolor se convierta en crónico a falta de movilidad.
Es normal que una persona reduzca su nivel de actividad luego de sufrir algún daño que forma parte de la propia fisiología del cuerpo. El dolor es la primera sensación que se manifiesta, esto ocurre como un mecanismo de defensa del cuerpo, el cual actúa como una señal de que éste se encuentra sufriendo.
Los nociceptores son los encargados de captar el estímulo del dolor, y luego de una herida estos envían una señal a la médula espinal y el cerebro. Estas señales son procesadas y como respuesta a este estímulo se crea una respuesta, como la acción de retirar la mano al calor o la parálisis de una extremidad causada por un calambre.
Efectos de la kinesiofobia
Es normal que las personas que han sufrido alguna lesión, esta limite su movilidad, lo cual se conoce como inmovilidad por evitación. El dolor causa que todas las actividades se detengan, permitiendo que el cuerpo se mantenga en reposo como una respuesta protectora del cuerpo. El tiempo de duración de este reposo y la inmovilización del cuerpo son fundamentales, pues de esta manera la lesión se desinflama y esto da inicio al proceso de regeneración de los tejidos, lo cual suele ocurrir durante las primeras 48 horas, que es lo que se conoce como la fase aguda.
Pero si la inmovilización se prolonga por un largo tiempo, los tejidos comenzarán a atrofiarse y en consecuencia se perderá masa muscular e incrementará el riesgo de que la lesión se cronifique. Así mismo, la inmovilidad por evitación puede provocar que se mantenga una determinada postura, lo cual conllevará a rigidez y esto favorecerá al bloqueo de las articulaciones.
En estos casos es fundamental poder identificar algún trastorno de este tipo, pues así se podrá evitar que el problema pueda prolongarse más de lo necesario.
Tratar la kinesiofobia
Los pacientes que han tenido una experiencia muy traumática con el dolor, suelen mostrar mucha aprensión a la movilización de la extremidad, lo cual dificulta la recuperación de esta. Para atender la Kinesiofobia es necesario asistir con un fisioterapeuta.
Luego de experimentar ese nivel de dolor, el paciente limitará su movimiento como una medida para evitar el dolor y repetir el episodio. Como resultado de esto se presentan algunas limitaciones debido a la imposibilidad de realizar un determinado movimiento, llegando incluso a afectar cualquier actividad diaria.
Durante la exploración el fisioterapeuta debe analizar el nivel de dolor que sufre el paciente con relación a la lesión sufrida y así poder adaptar un entrenamiento adecuado. Esto se debe a que no todas las personas perciben el dolor de la misma forma. Pero si no se tiene esto presente, es probable que no se pueda conseguir una solución adecuada a este problema.
Factores a considerar y complicaciones
El dolor está vinculado con algunos factores biopsicosociales, lo cual hace sean difíciles de identificar en una primera entrevista con el paciente. Hay muchas personas que pueden vivir con el dolor de una manera muy traumática, por lo que en ocasiones pueden negarse a mover de nuevo, aunque sea lo más mínimo, la extremidad que fue afectada.
Es por esta razón que los pacientes deben ser escuchados, esto permitirá que el especialista pueda llevar a cabo las sesiones y así poder ayudar con la recuperación de la lesión, así mismo podrá llevar a cabo el proceso fisiológico y haciéndole entender al paciente que el dolor y las molestias son parte de la recuperación.
Para tratar la Kinesiofobia se suelen recurrir a técnicas manuales y a algunos ejercicios adaptados, así el paciente podrá confiar en el fisioterapeuta y podrá participar en el tratamiento de manera activa, pues esto último es fundamental para una buena recuperación. Por otra parte, la terapia psicológica junto con la terapia física es necesaria para así conseguir un mejor resultado y que el paciente se recupere adecuadamente.
A pesar de esto existen algunas complicaciones, pues si la fobia se prolonga por un largo periodo de tiempo, esta podría afectar gravemente la recuperación de la lesión. Como resultado de esto el dolor se puede prolongar o en el peor de los casos perpetuar, y como resultado de esto genera una discapacidad.
Algunos estudios han relacionado la Kinesiofobia con otras afecciones, como el dolor lumbar crónico, la fatiga crónica o el síndrome del dolor regional complejo.