El estado general del arbolado en España experimentó un proceso de mejora en 2020 con respecto a los valores medios del último quinquenio, pues el 78,1% de los árboles han sido diagnosticados como sanos, frente al 76,5% de la media anual de los últimos cinco años, y la proporción de árboles dañados (20%) es ligeramente inferior a la media anual (20,7%).
Así lo pone de relieve el Inventario de Daños Forestales 2020, documento publicado anualmente por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), a través de la Dirección General Biodiversidad, Bosques y Lucha contra la Desertificación, que recopila la información nacional correspondiente al Nivel 1 de la Red Europea de Seguimiento de Daños en los Bosques.
Esta red fue creada en 1987 con el objetivo de realizar un seguimiento de la vitalidad de los bosques. La metodología utilizada para este seguimiento consiste en el análisis anual de una red de parcelas distribuida en una malla de 16 por 16 kilómetros. Durante el verano de 2020 se han revisado en España 620 parcelas, lo que ha permitido evaluar una muestra de 14.880 árboles en total.
Entre las especies estudiadas, la mayoría de coníferas muestran cierta recuperación respecto a muestreos anteriores, a excepción del pino rodeno (‘Pinus pinaster’). En cuanto a las frondosas, el alcornoque (‘Quercus suber’) es el que acusa algo más de deterioro, ya que cuenta con menos árboles en la categoría de arbolado sano.
Por otro lado, en los daños observados en árboles con más del 25% de defoliación en su copa, se observa que los asociados con causas abióticas son más del 46%, y están principalmente relacionados con la sequía. En segundo lugar destacan los daños provocados por insectos, que suman más del 25%: la mayor parte de ellos han sido provocados por la presencia de defoliadores como la procesionaria (‘Thaumetopoea pityocampa’). También se han observado daños producidos por insectos perforadores, aunque en menor proporción.
Según el informe, la mayor afección por formaciones observada es la sequía, que afecta especialmente a encinares, dehesas y pinares de pino carrasco (‘Pinus halepensis’), mientras que las formaciones más afectadas por insectos defoliadores son los pinares de pino salgareño (‘Pinus nigra’), con los valores más altos tanto de porcentaje de parcelas afectadas, como de intensidad en la afección.