Cuando ya se cumple un año desde que el Covid-19 llegó a nuestras vidas, la concepción de usar mascarilla sigue siendo obligatoria. Impensable sería que las mismas no sea utilizadas, con todo y que le han sacado muchos efectos en su contra. Pero, ¿Qué más adverso que un virus por demás inquietante que le ha cegado la vida a más de 72.000 españoles? Cada vez más, los casos notificados por las comunidades autónomas se intensifican, a pesar de que las jornadas de vacunación están en pleno desarrollo.
Entre tantos avances que han ido logrando los profesionales y científicos de la medicina durante los últimos meses, la idea es continuar reforzando los mecanismos de bioseguridad, con el fin de no darle un espacio a que el SARS-CoV-2 siga haciendo de la suyas.
Un panorama que en España nos devuelve al confinamiento, y a que el mismo Ministerio de Sanidad tenga que sumar mayores estrategias para mitigar el impacto tan salvaje de esta enfermedad. Quitar la mascarilla, no es una opción, sería un soga al cuello que acabaría por llevar a un desastre más lóbrego de lo que ya hemos sufrido como sociedad.
6La efectividad de las vacunas
En España, el proceso de vacunación se ha estado realizando por diversos grupos, de acuerdo a la prioridad y vulnerabilidad determinada por Sanidad en consonancia con las diversas comunidades autónomas. La Pfizer, Moderna y AstraZeneca son las que se han ido aplicando. Asimismo, se prevé que para abril el ritmo siga creciendo de una forma notoria, tras ser aprobado un aproximado de 30 millones de dosis luego de los anuncios ofrecidos por los miembros de la Comisión Europea.
Probablemente, la vacuna Janssen tenga cabida dentro de este cúmulo de insumos. Pero, esto no ha sido impedimento para que la efectividad de las vacunas sean puestas en teja de juicio con el descubrimiento de las nuevas cepas. Según los propios expertos en virología y epidemias, el virus Covid-19 es muy parecido al agua, de alguna manera busca la forma de escaparse por cualquier rejilla, por lo que la respuesta del organismo ante un pinchazo puede significar tan solo una leve protección, muy compleja de entender y descifrar en los actuales momentos.
Sobre todo, por el comportamiento tan contradictorio que ha tenido esta enfermedad, que habiendo tantas vacunas, las cepas han sido analizadas y son más letales de lo que las personas imaginan. En definitiva, la acción sigue siendo apelar por protección diaria, no olvidar la mascarilla, y salir lo menos que se pueda. El enemigo se ha fortalecido y no hay que darle lugar para que logre su cometido. De esta forma, podríamos llegar en la tan ansiada inmunización de la población y que culmine pronto esta pesadilla que pareciera interminable.