Por qué quitar la mascarilla antes de tiempo puede acabar con los avances contra la Covid

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Cuando ya se cumple un año desde que el Covid-19 llegó a nuestras vidas, la concepción de usar mascarilla sigue siendo obligatoria. Impensable sería que las mismas no sea utilizadas, con todo y que le han sacado muchos efectos en su contra. Pero, ¿Qué más adverso que un virus por demás inquietante que le ha cegado la vida a más de 72.000 españoles? Cada vez más, los casos notificados por las comunidades autónomas se intensifican, a pesar de que las jornadas de vacunación están en pleno desarrollo.

Entre tantos avances que han ido logrando los profesionales y científicos de la medicina durante los últimos meses, la idea es continuar reforzando los mecanismos de bioseguridad, con el fin de no darle un espacio a que el SARS-CoV-2 siga haciendo de la suyas.

Un panorama que en España nos devuelve al confinamiento, y a que el mismo Ministerio de Sanidad tenga que sumar mayores estrategias para mitigar el impacto tan salvaje de esta enfermedad. Quitar la mascarilla, no es una opción, sería un soga al cuello que acabaría por llevar a un desastre más lóbrego de lo que ya hemos sufrido como sociedad.

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La incontrolable variante de Covid brasileña

No debemos dejar un lado a la variante brasileña, otra de las mutaciones que se ha logrado detectar en medio de la evolución que ha ido tomando el Covid-19. Estamos haciendo referencia a una cepa de coronavirus que tiene la particularidad de ser transmisible de una forma más sencilla. Aunque, el factor de riesgo sigue siendo todavía más desafiante. Se presenta como difícil de controlar de acuerdo a los dictámenes de los expertos.

A sabiendas de que Sudamérica no está pasando tampoco por un buen moento, y que países vecinos a Brasil buscan la forma de no caer en el abismo, se une un nuevo argumento para desvelar de que las mascarillas son y seguirán siendo el artículo que por ahora reinará en los rostros de los ciudadanos.

La lucha por darle un adiós definitivo a esta mal no será tarea sencilla, la mística de que las vacunas no funcionan según la percepción de los ciudadanos ha sido una limitante para la inmunización, y esta falta de credibilidad hacia el sistema de salud global es lo que puede pasar factura a corto plazo. La Organización Mundial de la Salud (OMS), ha tratado de alzar su voz para que las naciones unan fuerzas. Sin embargo, la pandemia está demostrando las verdaderas falencias que aqueja a la humanidad y se mantenían acalladas.