El coronavirus ha socavado los esfuerzos realizados en materia de conservación de la naturaleza, sobre todo en África y Asia, según ha denunciado la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (UICN) un año después de la declaración de la pandemia mundial y del estado de alarma en España, como en otros muchos países.
Así, la UICN revela en un número especial de la revista de la Comisión Mundial de Áreas Protegidas ‘Parks’, que la pandemia ha provocado un impacto significativo en la conservación de la naturaleza alrededor del mundo, incluida la pérdida de puestos de trabajo en áreas protegidas, como los guardabosques, ya que se han reducido las patrullas contra los furtivos, lo que ha rebajado la protección ambiental.
El director general de la UICN, Bruno Oberle, ha explicado que aunque la crisis de salud mundial sigue siendo una prioridad, la nueva investigación refleja lo grave que ha sido el impacto de la pandemia del COVID-19 en el esfuerzo de conservación y en las comunidades dedicadas a la protección de la naturaleza. «No olvidemos que solo invirtiendo en la naturaleza saludable podemos brindar una base sólida para nuestra recuperación de la pandemia y evitar futuras crisis de salud pública», ha señalado.
En concreto, los más afectados fueron los esfuerzos de conservación de África y Asia, según una síntesis de encuestas realizadas sobre los impactos de la pandemia en las áreas protegidas que se incluyen este balance de la UICN. Así, señala que más de la mitad de las áreas protegidas en África informaron que se vieron obligadas a detener o reducir las patrullas de campo y las operaciones contra la caza furtiva, así como la educación y la divulgación para la conservación.
Además, una cuarta parte de las áreas protegidas en Asia también se han reducido sus actividades de conservación. En América Latina y Norteamérica, Europa y Oceanía, la mayoría de las áreas protegidas pudieron mantener sus operaciones centrales a pesar de los cierres y pérdidas de ingresos por turismo.
Por otro lado, la revista añade que la pandemia también afectó a los medios de vida de los guardabosques de las áreas protegidas y sus comunicades, ya que en más de 60 países, uno de cada cuatro guardabosques vio reducido o retrasado su salario; el 20 por ciento de ellos informó de que habían perdido sus trabajos por los recortes presupuestarios a consecuencia del COVID-19.
Así, los guardabosques de América Central y el Caribe, América del Sur, África y Asia se vieron más afectados que sus pares en Europa, América del Norte y Oceanía.
Otro de los aspectos analizados por PARKS fueron los estímulos económicos y otras políticas gubernamentales relevantes que se implementaron o avanzaron entre enero y octubre de 2020.
En ese sentido, identifica algunos ejemplos que han beneficiado explícitamente áreas protegidas y conservadas (PCA) o ampliando las protecciones ambientales. Por ejemplo, en ocho países de la UE, Kenia, Japón, Pakistán y Nueva Zelanda se han destinado fondos a expandir o proteger mejor los PCA, incluso para el capital natural y la economía circular.
La autora principal del estudio sobre los impactos de los paquetes de estímulo, Rachel Golden Kroner, de Conservación Internacional, señala que las áreas protegidas y conservadas son una estrategia de conservación esencial porque ayudan a garantizar la salud a largo plazo de la naturaleza, las personas y los medios de vida.
«No podemos permitir que la crisis actual ponga en peligro aún más nuestro entorno natural. Si queremos construir un futuro sostenible, deben evitarse los retrocesos de las protecciones ambientales y las medidas de recuperación deben planificarse de manera que no solo eviten los impactos negativos en la biodiversidad, sino que tracen un camino más sostenible y equitativo a seguir», añade.
El número especial de Parks incorpora once artículos científicos revisados y la valoración de, entre otros, el expresidente de Colombia Juan Manuel Santos; la expresidenta de Irlanda y ex Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Mary Robinson; el bioquímico y premio Nobel de Medicina, sir Richard Roberts; la secretaria ejecutiva del Convenio de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica, Elizabeth Maruma Mrema; y el director general y presidente del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF), Carlos Manuel Rodríguez.
Para Rodríguez, invertir en conservación y restauración de la naturaleza para prevenir la futura aparición de patógenos zoonóticos como los coronavirus «cuesta una pequeña fracción de los miles de millones de dólares que los gobiernos se han visto obligados a gastar para combatir el COVID-19 y estimular una recuperación económica». «No podemos decir que estamos reconstruyendo mejor a menos que lo hagamos y al mismo tiempo protejamos el mundo natural», señaló el presidente del GEF.
Por su parte, desde WWF Brasil, su responsable de ciencia Mariana Napolitano ha destacado que la pandemia del COVID-19 es un «recordatorio trágico» de la «relación rota con la naturaleza» y evidencia que hay un «largo camino por recorrer».
Además, alerta de que aún se está socavando la naturaleza cuando la ciencia muestra claramente que debemos actuar con urgencia para protegerla y conservarla mejor, como red de seguridad para las comunidades afectadas y como uno de nuestros aliados más fuertes contra futuros brotes zoonóticos.
«Los líderes mundiales deben actuar sobre las lecciones aprendidas de esta crisis e intensificar el apoyo, la recuperación y las inversiones en y para las áreas protegidas y conservadas, y las comunidades locales y los pueblos indígenas que dependen y también las salvaguardan», ha reclamado.
Por su parte, el presidente del grupo de especialistas de UICN-CNMAP, Brent Mitchell, ha afirmado que si el impacto del COVID-19 «no es suficiente» para hacer que la humanidad se despierte ante las «consecuencias suicidas del curso destructivo de un desarrollo tan equivocado, con su ataque a la naturaleza, entonces es difícil vea cómo se pueden evitar más calamidades, mucho peores que la pandemia actual».
El coeditor de la edición especial de Parks, Adrian Phillips, cree que durante este año en las reuniones internacionales de los Gobiernos para decidir como estabilizar el clima, salvar la biodiversidad, proteger la salud humana y reactivar la economía global se debe tener presente aprender las lecciones del COVID-19 sobre proteger la naturaleza y la restauración de los ecosistemas dañados. «Esta es la misión que ahora deben perseguir todos los que tienen el poder de generar cambios», insiste.
Por último, el presidente del Centro para la Conservación de Grandes Paisajes y del Grupo de Especialistas en Conservación de la Conectividad de la Comisión Mundial de Áreas Protegidas de la UICN, Gary Tabor, concluye que «ahora más que nunca» se entiende cómo la salud humana, animal y de los ecosistemas está «indisolublemente ligada».
«La naturaleza intacta amortigua el riesgo de propagación pandémica de la vida silvestre a las personas. Es un valor que puede incorporarse fácilmente en las estrategias de gestión de áreas protegidas existentes, pero esto aún no se ha hecho», ha concluido.