El BCE mantiene sus previsiones de crecimiento, pero espera más inflación

La economía de la zona euro crecerá este año a un ritmo del 4%, una décima más de lo previsto el pasado mes de diciembre, aunque en 2020 el rebote será del 4,1% en vez del 4,2% estimado previamente, mientras que la tasa de inflación del bloque se acelerará como consecuencia de factores «temporales» este año y el siguiente, según ha indicado Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE).

En concreto, el banco central espera que la tasa de inflación de la eurozona se situará en 2021 en el 1,5%, frente al 1% que preveía el pasado mes de diciembre, mientras que un año después los precios subirán un 1,2%, una décima más de lo esperado anteriormente.

De cara a 2023, las proyecciones macroeconómicas del BCE se mantienen sin cambios respecto de los pronósticos anunciados en diciembre de 2020, con un crecimiento del PIB del 2,1% y una tasa de inflación del 1,4%.

«Si bien se espera que la situación económica general mejore a lo largo de 2021, persiste la incertidumbre en torno a las perspectivas económicas a corto plazo, relacionadas en particular con la dinámica de la pandemia y la velocidad de las campañas de vacunación», ha señalado Lagarde en la rueda de prensa posterior a la reunión del Consejo de Gobierno del BCE.

«En general, los riesgos que rodean las perspectivas de crecimiento de la zona del euro a medio plazo se han equilibrado, aunque persisten los riesgos a la baja a corto plazo», ha advertido la banquera central.

De este modo, mientras que, por una parte, las mejores perspectivas de la demanda mundial, impulsadas por el importante estímulo fiscal, y los avances en las campañas de vacunación son alentadoras, por otro lado, la pandemia en curso, incluida la propagación de mutaciones del virus, y sus implicaciones para las condiciones económicas y financieras siguen siendo fuentes de riesgo a la baja.

En cualquier caso, Lagarde ha reiterado que la información disponible constata que es necesario un amplio grado de acomodación monetaria para sustentar la actividad económica y la convergencia de la inflación hacia la meta del BCE, a niveles inferiores, pero cercanos al 2% en el mediano plazo.