Acusado de matar a su hermana con trastornos depresivos: «Era su vida o la mía»

Un hombre acusado de matar a su hermana, que sufría trastornos depresivos, el 19 octubre de 2019 en su casa de Valencia tras una discusión, ha declarado en el juicio contra él que siente «mucho dolor y tristeza por lo que pasó, pero era su vida o la mía». El acusado ha explicado que dejó de acuchillarla –hasta en 52 agresiones según el fiscal– cuando vio que estaba «quieta» y dejó de temer por su vida.

Un jurado popular juzga de este lunes a un hombre acusado de matar a su hermana en la que vivienda que ambos compartían en Valencia. El crimen, según el relato del ministerio público, sucedió cuando la víctima, tras mantener una discusión con el procesado, abandonó la casa y regresó poco después tras haber ingerido alcohol con medicamentos. Ya en la vivienda cogió un cuchillo y comenzó a romper muebles y enseres como ropa de la cama, platos u objetos de cristal.

La mujer habría amenazado con el cuchillo al procesado que habría conseguido arrebatarle el arma, y la golpeó en la espalda a su hermana, lo que rompió el filo del arma. La mujer habría cogido un segundo cuchillo, que el hombre también le habría arrebatado y con el que le habría agredido hasta 52 veces. Tras los hechos, el ahora detenido llamó al 112 y comunicó que había matado a su hermana. El fiscal le acusa de un delito de homicidio para el que contempla las atenuantes de confesión y arrebato.

El acusado, durante la primera sesión del juicio, ha afirmado que no quería cometer el crimen, pero que hizo lo que hizo «por miedo». Así, ha relatado que su hermana al llegar a casa comenzó a increparlo, a coger cosas del cuarto y luego a romper fotografías que había en el comedor de la comunión y le atacó con el cuchillo hasta hacerle sangrar.

Él consiguió arrebatarle el arma en el recibidor de la vivienda y le golpeó en la espalda mientras ella estaba incorporada. «No podía reducirla porque aunque aparentemente era floja tenía mucho nervio y fuerza», ha señalado para justificar su agresión una vez la había desarmado. «Tenía esa necesidad porque creía que mi vida estaba en peligro», ha añadido.

Así, no recuerda cuánta veces le clavó el cuchillo hasta que el mango de madera se partió. Entonces, ha relatado, comenzaron a forcejear de nuevo y la siguió, pese a que iba desarmada, hasta llegar a la cocina porque vio que iba a por un cuchillo que estaba en el surtidor del banco y siguieron forcejeando hasta la galería. «Ella me seguía increpando. Era su vida o la mía», ha insistido.

Su hermana estaba apoyada desarmada en un armario, cree recordar porque lo tiene «un poco nublado» y preguntado por qué en esas condiciones la volvió a atacar, ha afirmado: «Entré en un automatismo, ya no me controlaba, reaccioné instintivamente». Y la dejó de apuñalar cuando «se quedó quieta y vi que mi vida ya no tenía peligro».

«OBLIGABA A MI MADRE A LADRAR COMO SI FUERA UN PERRO»

Entonces llamó a su madre y le confesó el crimen. «Y mi madre dijo ¡Ay mi hijo!, ¡Ay mi hijo’, no dijo ‘Ay mi hija», ha contado el procesado que ha explicado que su madre se tuvo que marchar de casa de las «palizas» que ella le daba. «Mi hermana trataba muy mal a mi madre, le agredía a golpes en la cabeza y le hacía agacharse y ladrar como si fuera un perro o se ponía a romper cosas», ha relatado.

Por eso su tía, propietaria junto a él del piso en el que sucedieron los hechos, no quería que la hermana se fuese allí a vivir. «Pero mi madre y yo dijimos que no tenía cómo sustentarse sola», ha recordado.

El procesado, que ha descartado tener ninguna adicción ni problema psicológico, ha explicado que la primera vez que la policía le detuvo por pegar a su hermana fue el 30 de junio cuando le llamó para que la recogiera en el bingo en el que trabajaba y le exigió que se quedara pese a que él quería marcharse. Ella comenzó insultarle «hijo de puta», y le golpeó hasta que soltó la mochila que le había quitado. Ella retiró la denuncia.

La segunda ocasión fue en agostó cuando comenzaron a discutir y él la apartó «con tal mala suerte» que le dio en la nariz y comenzó a sangrar. Ella pidió una orden de alejamiento aunque luego volvió a retirar la denuncia.

Asimismo, ha afirmado que fue él quien avisó varias veces a las policía pidiéndole que la metieran en un centro para ayudarla». «Pero cuando se iban los agentes me decía: te voy a hacer la vida imposible. Era un infierno». «Era mi hermana, yo la quería, le hacía la comida y luego ella me la tiraba por el cuarto», ha apostillado.