La ministra de Defensa, Margarita Robles, ha reconocido este viernes que los «inaceptables comportamientos» que se están conociendo del Rey emérito «no proporcionan ningún beneficio» a la monarquía, aunque ha insistido en separar su actuación de la del actual monarca, Felipe VI, quien cree que dirige la institución con plenos valores «éticos» y constitucionales.
Robles ha presidido este viernes un acto de homenaje a los protagonistas de la Transición, que ha encarnado en las figuras de Adolfo Suárez, Manuel Gutiérrez Mellado y Santiago Carrillo por su protagonismo en el intento de golpe de estado del 23 de febrero de 1981.
La ministra de Defensa ha reconocido que Juan Carlos I jugó aquel día un papel de defensa de la democracia y «claramente en contra» de la asonada militar. Sin embargo, ha apuntado que sus comportamientos posteriores son «absolutamente inaceptables y no proporcionan ningún beneficio a la institución de la monarquía».
«Yo me quedo con el rey Juan Carlos que el 23-F defiende la democracia, no puedo aceptar al posterior Juan Carlos I», ha aseverado desligando estas actuaciones del actual monarca. «Sería injusto y desconocedor de la historia y la realidad querer identificarlo con el papel del monarca actual, que encarna lo mejor de la Constitución y hace de España una democracia moderna perfectamente homologable a otras monarquías europeas», ha sostenido.
«NO OLVIDAR LA HISTORIA»
Durante el acto, la ministra de Defensa ha ensalzado el valor de la Transición y su aportación para la actual España «democrática y constitucional». «Quien olvida la historia comete errores y carece de generosidad, ninguno hemos inventado nada y todos somos herederos de quienes nos han precedido», ha advertido.
En este sentido, ha reivindicado las figuras de Suárez, Gutiérrez Mellado y Carrillo, tres personas que «viniendo de mundos muy diferentes», el día 23 de febrero de 1981 «mantuvieron la dignidad» y «plantaron cara a la sinrazón y la intolerancia».
Ante familiares de los tres políticos –la hija y la nieta de Gutiérrez Mellado, el hijo de Carrillo y la nieta de Suárez–, Robles ha recordado su imagen en sus escaños durante el intento de golpe de Estado enfrentándose «a la violencia, a la vergüenza y a la intolerancia».
Robles ha dicho sentirse muy «orgullosa» de los tres y ha puesto a Carrillo como ejemplo de una izquierda que «es tolerante» y «sabe entender que un país no se construye desde la descalificación, desde la intolerancia, desde creerse superior a los demás». «Una izquierda que sabe que a veces hay que tener humildad para reconocer que el adversario también lo hace bien», ha insistido.
También ha participado en el acto el entonces diputado Manuel Núñez Encabo, a quien la ministra ha reconocido su papel como miembro de la primera legislatura. «Lo tuvieron muy difícil y sin embargo tuvieron coraje, valor y dignidad», ha ensalzado.
«Esta es la España que nostoros queremos. La España que dialoga, que construye, que no descalifica», ha insistido poniendo la foto del hemiciclo durante el 23F como ejemplo de «dignidad» para quienes son «demócratas de verdad» porque creen «en el diálogo y la tolerancia».
Robles ha animado además a seguir este ejemplo en el «difícil momento» que atraviesa España debido a la crisis sanitaria y económica para «trabajar todos unidos y dejar a un lado confrontaciones estériles».
EL HIJO DE CARRILLO RECHAZA «TEORÍAS CONSPIRANOICAS»
Por su parte, José Carrillo, hijo del histórico líder del PCE Santiago Carrillo, ha rechazado este viernes las teorías «conspiranoicas» que giran alrededor del intento de golpe de estado del 23-F y ha sostenido que la realidad es «mucho más simple» y es la conocida por todos los ciudadanos 40 años después del asalto al Congreso.
Carrillo considera «un poco gratuitas» las teorías que siembran dudas sobre los hechos del 23 de febrero de 1981, ya que «las conspiraciones no casan con los hechos» de lo que sucedió en el Congreso aquel día durante la segunda votación para la investidura de Leopoldo Calvo-Sotelo.
«Lo que sí casa con los hechos es la versión que todos conocemos de lo que ocurrió el 23 y 24 de febrero: una minoría de militares se intentó sublevar, secuestró el Parlamento y el Gobierno y esa intentona fracasó fundamentalmente por la movilización de los poderes legítimos», ha resumido señalando el papel en este sentido del entonces jefe del Estado, el rey Juan Carlos; la junta de secretarios de Estado y el propio Ejército.
Carrillo ha insistido en que la realidad es la que se conoce 40 años después y ha apuntado que son pocos los archivos que aún quedan bajo secreto, pero además cree que cuando estos salgan a la luz «poco cambiarán esa realidad».
El mismo relato ha sostenido el diputado en aquella primera legislatura Manuel Núñez Encabo, quien cree que «desde la memoria democrática no debe olvidarse la verdad de los hechos». «Y diferenciar los hechos, que son sagrados, de las opiniones, sin mezclarlas», ha pedido.
Núñez Encabo ha destacado en este punto la «decidida» intervención del Rey contra los golpistas y ha resaltado también el papel del Ejército que, pese a «algunos comportamientos individuales», se comportó «constitucional y democráticamente siguiendo el mandato del jefe del Estado».