Un trabajo de investigación del departamento de Comunicación Audiovisual y Publicidad de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) ha investigado cuándo y cómo se construyeron las identidades de género y los roles estereotipados vigentes en las danzas vascas, y ha confirmado que las mujeres bailaron durante todos los tiempos en la historia de la danza vasca.
Oier Araolaza Arrieta, investigador de la UPV/EHU y gestor de Dantzan.com, asociación para la promoción y difusión de la danza, ha señalado que cuestiones como por qué las danzas de mujeres y hombres son diferentes, si hay una danza femenina y una danza masculina o si la indumentaria de las chicas para la danza y la de los chicos siempre han sido diferentes, surgen en los últimos años a la hora de reflexionar sobre la práctica de las danzas tradicionales vascas.
«Esta reflexión sobre la danza y el género está sucediendo en el siglo XXI, pero las preguntas se refieren principalmente a hechos e ideas del pasado que han participado en la construcción del presente. En la medida en que estas danzas se definen como danzas tradicionales, he buscado las respuestas a estas preguntas en el pasado», ha explicado Araolaza.
Según el investigador de la UPV/EHU, «hay una visión equivocada de la danza tradicional vasca y del género: se cree que las mujeres no bailaban o al menos no bailaban los bailes importantes ni espectaculares». Es una idea que algunos investigadores han negado en los últimos veinte años, pero que «está muy extendida y arraigada, y aunque es errónea, todavía tiene mucha fuerza en los grupos de danza y en la sociedad», ha añadido.
Araolaza ha afirmado que las danzas que bailaban las mujeres se consideraban siempre «nuevas o creaciones para poder dar esa oportunidad a las mujeres», o se consideraba que estaban «adaptadas desde el repertorio masculino».
Precisamente, ha subrayado el investigador, el objetivo de este trabajo es «dar la vuelta a esta visión equivocada». Para ello, ha analizado varias etapas de la danza tradicional vasca: la última parte del siglo XIX y la primera parte del siglo XX, ya que, en ese marco cronológico, «coincidieron las transformaciones en las perspectivas de género y la construcción de una nueva tradición de la danza vasca».
En el caso del aurresku, ha explicado, ha visto que desde la década de 1920 «se ha repetido sistemáticamente que las mujeres no bailaban el aurresku y eso no es así, porque hasta el siglo XX hemos conocido casos de mujeres que bailaban el aurresku».
«En este trabajo he investigado por qué algunos expertos de la época desmentían que las mujeres bailaban el aurresku. No fue una elección consciente, sino una moral cristiana, un relato heredado del cruce del nacionalismo y la perspectiva de género», ha subrayado.
A través de este estudio, ha insistido, «no sólo se ha confirmado que las mujeres habían estado bailando en la historia de la danza vasca durante todos los tiempos, sino que ha sido una oportunidad para empezar a aflorar las aportaciones e influencias de las mujeres y, aunque fue denegada, ha permitido ver que tuvieron una participación mayor e más importante que la que recogió la historia de la danza».
Según el investigador, con este trabajo ha querido «defender que los roles de género que se manifiestan en la danza vasca y que se socializan a través de la danza se construyeron, y que sin la carga de los mismos, es posible actuar más libremente».