Hasta el 6,4 por ciento de la población reconoce que en el último año, desde el comienzo de la pandemia hasta ahora, ha necesitado ayuda de un profesional debido a algún problema psicológico, y hasta el 5,8 por ciento afirma que le han prescrito algún psicofármaco para afrontar esos problemas, según señala el último barometro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el primero que se realiza sobre la salud mental de los españoles durante la pandemia.
A punto de cumplirse el primer aniversario del confinamiento decretado por el Gobierno con el Estado de Alarma, saliendo de la tercera ola de la pandemia, y con el debate abierto ante futuras restricciones de cara a Semana Santa, el CIS observa cómo afectó, cómo se ha vivido y en qué situación se encuentra la salud mental de los españoles, uno de los daños colaterales menos reconocidos de la Covid-19.
Respecto a cuál fue o fueron los problemas más mencionados que les llevaron a acudir al psicólogo o psiquiatra durante la pandemia, el 43,7 por ciento de los que buscaron ayuda hizo referencia a un trastorno ansioso, el 35,5 por ciento a un trastorno depresivo y un 5,1 por ciento a un trastorno de conducta.
En cuanto a qué psicofármaco se les prescribió, al 58,7 por ciento se les recetaron ansiolíticos -lorazepam, valium, clonazepam, lexatin-; antidepresivos -fluoxetina, sertralina, escitalopram- (41,3%), reguladores del sueño (21,2%) y calmantes o antipsicóticos (risperidona, quetiapina) (3,9%), sobre todo.
Respecto a cuánto tiempo han estado tomando el tratamiento, el 77 por ciento afirma que aún lo mantiene; un 68,7 por ciento lleva más de tres meses con el tratamiento o lo ha tomado más de ese tiempo, el 15,6 por ciento lo tomó entre 1 meses y 2 semanas y el 14 por ciento 2 semanas.
De los que han tomado alguna medicación durante la pandemia pero ya no la toman, el 52,5 por ciento afirma que la dejó de tomar porque se encontraba mejor y se la retiró el médico; un 25 por ciento se la retiró él mismo al verse mejor; un 10 por ciento la dejó por los efectos secundarios y, en la misma proporción, hay quien la dejó para no tener dependencia.
Asimismo, un 4,7 por ciento señala que a algún miembro de la familia con la que convive le han prescrito algún psicofármaco por presentar algún síntoma mental desde el inicio de la pandemia.
Antes de la pandemia, un 17,5 por ciento afirmar que fue tratado por algún psicólogo o psiquiatra debido, sobre todo, a trastorno depresivo (39% de los que han acudido), trastorno ansioso (33,1%) y trastorno de conducta (5,7%). Antes de la aparición de la pandemia, por sus problema psicológicos, un 8,8 por ciento consumía alguna medicación, sobre todo antidepresivos el 53,7 por ciento de ellos, ansiolíticos el 47,8 por ciento de ellos; reguladores del sueño (19,9%) y calmantes o antipsicóticos el 6,6 por ciento.
Por otro lado, de los encuestados, el 35 por ciento afirmó tener alguna enfermedad crónica no relacionada con la Covid-19 y hasta uno de cada cuatro afirmó convivir con alguna personas afectad por una enfermedad crónica. En ambos casos la enfermedad más mencionada fue la enfermedad cardiovascular, seguida prácticamente en el mismo orden en ambos casos de la enfermedad respiratoria, diabetes, enfermedad traumatológica, cáncer, demencia (Alzheimer, Parkinson, etc.) y enfermedad autoinmune.
El estudio, que ha contado con la dirección científica de expertos como el Catedrático de la UNED, Bonifacio Sandín, especializado en Personalidad, evaluación y tratamientos psicológicos, y el psiquiatra, psicoterapeuta y profesor de Psicopatología de la UNED, José Luis Pedreira, basado en más de 3.000 entrevistas y realizado del 19 al 25 de febrero, también incluye preguntas relacionadas con el comportamiento de los menores y problemas físicos.