La muestra ‘Black light’ reivindica en fotografías y documentos el legado de Margaret Watkins

La exposición ‘Black light’ reivindica a través de más de 150 fotografías y documentos personales, «un 90% de ellos inéditos», el legado de la fotógrafa «pionera» Margaret Watkins (Hamilton, Canadá 1884-Glasgow, Escocia, 1969). Producida por diChroma, la muestra podrá verse desde este viernes hasta el 30 de mayo en la sala Kutxa Kultur Artegunea de Tabakalera de San Sebastián.

En rueda de prensa en este centro internacional de cultura contemporánea, el director de la Fundación Kutxa, Ander Aizpurua, la directora de Arte y Patrimonio de la citada entidad, Ane Abalde, y la comisaria Anne Morin, de diChroma Photography, han ofrecido los detalles de esta exposición que pretende «reivindicar» la figura de esta fotógrafa «pionera como mujer y como profesional de la fotografía» y dar a conocer su trabajo a través de más de 150 fotografías y documentos personales de la autora.

Se trata de un «homenaje a una gran dama de la fotografía», una profesional «independiente» que desapareció «demasiado pronto de la superficie de la historia» de la fotografía y cuyo legado se presenta a nivel mundial por primera vez gracias al «extraordinario olfato para rastrear archivos ocultos» de Anne Morin, según ha destacado Abalde.

La comisaria ha relatado algunos de los hitos de la biografía de Watkins, cuyo nombre, pese a no ser reconocido hoy en día, se codeó con figuras como Clarence H. White, Gertrude Käsebier, Alice Boughton, Margaret Bourke-White, Alfred Stieglitz o Georgia O’Keeffe y que «hizo una importante aportación» a la historia de la fotografía vinculando el pictorialismo con el modernismo de vanguardia.

Nacida en Hamilton, Canadá, en 1884, en el seno de una familia burguesa, sus primeros años se centraron en «nutrir sus intereses en torno al arte, la poesía y la música», la cual tendría especial «impacto» en su trabajo. Su localidad natal «se le quedó pequeña» y a los 24 años decidió independizarse en Búfalo (Nueva York) trabajando como niñera.

Posteriormente, en Boston, pasó por el estudio de Arthur Jamieson, que le enseño a dibujar, y también trabajó como asistente de la ilustradora y fotógrafa Alice Boughton, con la que aprende a retratar, antes de abrir su propio negocio en 1918 en Nueva York. Allí colaboró con grandes agencias de publicidad como Condé Nast, Reimers y Osborn Inc. Advertising o la Agencia Fairfax, y publicó regularmente en revistas como The New Yorker, Ladies’ Home Journal, y Country. Al mismo tiempo, ejerció como profesora en la Clarence W. School de Nueva York.

Morin ha explicado que sus primeras obras están marcadas por el pictorialismo y la influencia del arte japonés de la mano de su aprendizaje con Clarence H. White. «Todo era cuestión de equilibrio, de composición, también composición musical» que trasladaba a sus fotografías, ha explicado la comisaria.

Durante la década de 1920 se consolida su trayectoria como fotógrafa independiente, «anticipando una estética vanguardista del diseño gráfico que ya se había extendido por toda Europa y cuyo origen se remonta a la Bauhaus», ha señalado, para añadir que «su trabajo adquiere visibilidad y notoriedad y también es objeto de numerosas exposiciones colectivas e individuales, siendo la más importante la celebrada en el Art Center de Nueva York en 1923.

En 1925 la muerte de su mentor y amigo White en 1925 marca el comienzo del declive de su carrera, tras un litigio con la esposa del fallecido por una docena de fotografías que él le había dedicado en pago por trabajos como secretaria e instructora en su escuela que, al parecer, atravesaba dificultades financieras.

La viuda de White donó el legado fotográfico de su marido a la Biblioteca del Congreso, incluyendo las fotos que pertenecían a Watkins y a la que acusaba de haber sido amante de su esposo. Tras este duro proceso, en 1928 Watkins decidió viajar a varios puntos de Europa, afianzando su estilo y «adelantándose a la tendencia de la nueva objetividad», y recalar en Glasgow para visitar a cuatro tías que vivían allí en una casa y que se encontró «en un estado deplorable, encamadas».

La fotógrafa decidió quedarse a cuidarlas y nunca más volvería a América, donde dejó sus pertenencias. Atrapada por losacontecimientos históricos, en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, Watkins abandonó cualquier intento de seguir con su carrera y se quedó en Glasgow 40 años, con «dificultades financieras» y pacediendo «agorafobia», hasta su fallecimiento en noviembre de 1969.

Poco antes de su muerte entregó a un joven vecino, Joseph Mulholland, que solía ir a visitarla en estos años, una caja negra sellada sin desvelarle su contenido. Esta caja contiene «su vida», cientos de fotografías y negativos, un total de 7.000 imágenes. Mulholland, que desconocía que su vecina era fotógrafa, recibió este legado que le «pesó como una losa».

A raíz de la exposición de otra fotógrafa con una trayectoria con ciertas similitudes, Vivian Mayer, en el pueblo natal de Watkins, Morin tiene un primer acercamiento a esta historia que le lleva a emprender un camino de búsqueda de Mulholland que dará lugar a esta exposición articulada en cinco etapas diferenciadas.

CINCO ETAPAS

Así, en una primera sección titulada ‘Génesis de una obra, 1908-1915’, la muestra recorre la etapa formación de Watkins en la Escuela Roycroft Arts and Crafts en East Aurora (Nueva York), donde estudia Historia del Arte e Iluminación, y después en Sidney Lanier Camp, donde se inicia en la Fotografía. También se refleja en esta etapa su paso por el estudio del Jamieson y la escuela de verano de White, en Maine.

La segunda etapa se centra en los ‘Retratos’ tomados desde que Watkins se trasladara a Nueva York en 1915, donde trabaja como asistente de Boughton por cuyo estudio pasaban a retratarse numerosas personalidades del mundo del Arte. La tercera sección expositiva se centra en la etapa de Watkisn en ‘Nueva York, 1915-1928’, donde emprende su carrera como fotógrafa independiente al tiempo que ejerce como profesora de la Clarence White School en Nueva York.

Sus composiciones visuales están marcadas por formas geométricas muy rigurosas, que recuerdan a las pinturas de Georgia O’Keeffe, yanuncian ya la llegada de una nueva era, en la que la publicidad y el diseño gráfico vanguardistas juegan un importante papel. Watkins trabaja sin descanso en encargos publicitarios.

La cuarta etapa repasa su periplo por ‘Europa, 1928-1969’ donde visita la Exposición Pressa en Colonia, pasando por Berlín, Postdam, París y, más tarde, Moscú, para terminar en Glasgow, donde se quedará hasta el final de sus días.

El último apartado de la muestra reúne ‘Fotomontajes, 1930-1937′. Watkins renuncia a su carrera de fotógrafa pero entre 1930 y 1937 retoma imágenes de su archivo, las introduce en otra trama estética y compone fotomontajes de composición simétrica y plana con el fin de crear estampados para telas y alfombras, para obtener algunos ingresos.

Como es habitual, se ofrecerán visitas guiadas gratuitas los domingos, para el público general (a las 17.30 horas en euskera y a las 18.30 horas en castellano). Previa inscripción en la propia sala, en el teléfono 943 25 19 37 o enviando un email a’hezkuntza_artegunea@kutxakulturartegunea.eus’.