El Atrio del Guggenheim Bilbao exhibirá durante tres años una obra de neón de Lucio Fontana

El Museo Guggenheim de Bilbao exhibirá en su atrio durante los próximos tres años una obra de neón del artista Lucio Fontanta (Rosario, Argentina, 1899 – Varese, Italia, 1968). Se trata de una pieza que puede considerarse al mismo tiempo un dibujo, una escultura, una obra de diseño luminoso y un trazo expresivo congelado en el aire y que se exhibe suspendida sobre las cabezas de los visitantes.

La obra, una estructura de neón realizada en un material sorprendente para los criterios estéticos de su época, fue un encargo específico para el vestíbulo de la Trienal de Milán de 1951. Su cesión ahora para su exhibición durante los próximos tres años es una colaboración entre la Fondazione Lucio Fontana de Milán y el Museo Guggenheim Bilbao, tal y como ha señalado durante la presentación de la instalación el director general del Guggenheim Bilbao, Juan Ignacio Vidarte, en una comparecencia junto al curator Manuel Cirauqui.

La intención del museo, con su colocación suspendida en pleno Atrio, es que la creación de Fontana y sus curvas de neón establezcan un diálogo con las también formas curvadas del edificio de la pinacoteca diseñado por Fran Gehry.

El museo ya dedicó una exposición al artistas italiano en 2019. La muestra, titulada Lucio Fontana. En el umbral fue visitada por más de 500.000 personas desde su apertura al público el 17 de mayo de 2019 hasta su cierre a finales de septiembre.

La muestra exhibió una selección de un centenar de objetos realizados entre 1931 y 1968, entre ellos esculturas, cerámicas, pinturas, obras sobre papel y ambientes dentro de un repaso a una trayectoria, a caballo entre la pintura y la escultura, donde el artista llevó a cabo una indagación sobre el espacio y la materialidad de la obra de arte.

La complejidad de esta obra, que en 2019 formó parte de aquella muestra, encuentra un interlocutor de excepción en el edificio de Gehry, cuyos bocetos garabateados en papel recuerdan a los arabescos espaciales de Fontana. Por su luminosidad y dimensiones, el neón «burla la perspectiva y la distancia, proporcionando a quien la observa una experiencia intensificada de la arquitectura, perceptible tanto desde el interior como el exterior del Museo».

La pieza ahora exhibida se enmarca en un periodo del artista posterior a la elaboración del ‘Manifiesto Blanco’, primera declaración del Espacialismo, que redactada en Buenos Aires en 1946, y texto del que Fontana fue uno de sus autores.

El manifiesto surgió a la luz de los nuevos descubrimientos de la física, desde la relatividad hasta la mecánica cuántica, y en el documento, sus autores promovían y abogaban por el empleo de las nuevas tecnologías y la ampliación de la obra del arte a la cuarta dimensión.

Tres años más tarde, ya con su residencia en Milán, Fontana comenzó a realizar sus conocidos como «Ambientes espaciales», que experimentaban con el espacio y la luz.

En ellos, como en «Struttura al neon per la IX Triennale di Milano», el creador empleó el tubo de neón, elemento que serviría como punto de partida de otros desarrollos posteriores en el arte de la instalación. Con esta práctica multidisciplinar, Fontana amplió la noción de experiencia artística para incluir en la obra de arte el espacio que rodea al espectador.

MATERIAL INNOVADOR

Vidarte ha explicado que en esta instalación, el artista italo argentino fusionó «arte y tecnología en una época en la que el neón todavía era un material innovador. Asimismo ha añadido que está considerada «una de las expresiones más rotundas de la conjunción de arte y tecnología en el siglo XX».

Fontana plasmó en esta creación, realizada con alrededor de cien metros de neón curvado una de las máximas recogidas en el manifiesto espacialista de Buenos Aires, que dice que «con los recursos de la técnica moderna, haremos que aparezcan en el cielo formas artificiales, arco iris de maravillas, carteles luminosos».

Al mismo tiempo, el trazado de la obra unía de manera inesperada la estética del Barroco, que tanto admiraba desde su juventud, con el programa tecnológico de la era espacial.

En palabras del presidente de la Fondazione Lucio Fontana, Paolo Laurini, «El neón creado para la IX Triennale di Milano de 1951 puede ciertamente ser considerado una de las obras más representativas e icónicas de Lucio Fontana, ejemplo absoluto de su rompedora creatividad».

Para Laurini, la presentación de esta obra en el Atrio del Museo Guggenheim Bilbao es excepcional pues «El artista siempre tuvo una relación especial con los arquitectos, a quienes sentía cercanos en su sensibilidad espacial. La gran naturalidad con la que la instalación de Fontana en Bilbao dialoga con la fascinante arquitectura de Frank Gehry – ofreciendo visiones y perspectivas sugerentes e inéditas- nos hace pensar que esa relación encuentra aquí una continuidad ideal».