La frecuencia con la que las personas duermen la siesta está en parte regulada por sus genes, de acuerdo con los resultados de una investigación liderada por el Massachusetts General Hospital (MGH), hospital vinculado a la Harvard Medical School, y el equipo de la investigadora de la Universidad de Murcia (UMU) Marta Garaulet, informaron fuentes de la institución docente en un comunicado.
Los resultados de este trabajo acaban de ser publicados por la revista NatureCommunications. En este estudio, el más amplio sobre este tema hasta el momento, se han identificado docenas de regiones genéticas que determinan la tendencia de las personas a dormir la siesta. También se han descubierto evidencias preliminares que relacionan el acto de dormir siesta con la salud o enfermedad cardiovascular en función de la genética del individuo.
La catedrática de Fisiología Marta Garaulet, coautora del estudio, afirma que gracias a la información obtenida «entendemos por qué hay personas que, después de comer, necesitan descansar, mientras otros teniendo la misma oportunidad de dormir la siesta, no lo hacen, incluso aunque lo intenten, no lo consiguen y es que dormir la siesta, está determinado en parte por nuestros genes. La genética también nos ayuda a comprender por qué para algunos la siesta es beneficiosa y para otros no lo es. Este estudio sugiere que en el futuro quizás se puedan establecer recomendaciones personalizadas sobre si dormir o no siesta; y sobre la frecuencia o la duración, en función de la genética del individuo».
La investigación se ha llevado a cabo analizando bases de cientos de miles de datos genéticos y de estilo de vida, relacionados también con otros hábitos del sueño. Principalmente se han identificado genes asociados con la duración del sueño, el insomnio y la tendencia a ser un gran madrugador.
El análisis profundo de todos los datos ha permitido al equipo de investigadores identificar al menos tres subtipos de personas que, por su genética, tienen más predisposición a dormir la siesta: la propensión del sueño (hay personas que están predispuestas genéticamente a dormir la siesta porque necesitan más tiempo de descanso que otras); sueño ligero (quienes no consiguen un verdadero descanso durante la noche previa y necesitan la siesta para completar dicho descanso) y grandes madrugadores (personas con tendencia a despertarse muy temprano y que se valen de la siesta para recuperar las horas no dormidas).
«Dormir la siesta es algo controvertido», afirma Hassan Saeed Dashti, investigador del Centro de Genómica de Medicina del MGH y coautor de la investigación. Dashti señala que, mientras que en algunos países en los que las siestas han sido siempre parte de su cultura, como es el caso de España, se está perdiendo el hábito, en otros, como en Estados Unidos, hay compañías que lo están promoviendo como método para mejorar la productividad. «Creímos que era importante intentar esclarecer los caminos biológicos que determinan por qué dormimos la siesta», explica Dashti.
Para poder alcanzar una mayor comprensión de la genética de la siesta, Richa Saxena, coautora e investigadora principal del Centro de Genómica de Medicina del MGH, junto con sus colaboradores, realizaron un estudio genómico completo (GWAS en sus siglas en inglés) analizando el ADN de un gran número de personas. El objetivo de un estudio GWAS es identificar las variaciones genéticas que están asociadas con una enfermedad o, en este caso concreto, con un hábito.
Para el presente estudio se usaron datos del UK Biobank, que incluye información genética de 452.633 personas. A todos los participantes se les preguntó si dormían la siesta durante el día ‘nunca/ocasionalmente’, «a veces» o «habitualmente».
El GWAS identificó 123 regiones en el genoma humano asociadas a dormir siesta. Además, un subgrupo de los participantes llevó monitores de actividad, llamados acelerómetros, que proporcionan datos sobre el tiempo que el individuo está en reposo a lo largo del día, lo que puede ser indicador de siesta. Este dato objetivo confirmó que la información dada por los participantes era precisa. «Esto nos aporta un grado mayor de confianza en que las conclusiones alcanzadas son reales», afirma Dashti.
Además, los investigadores replicaron de manera independiente sus hallazgos en un análisis del genoma de 541.333 personas obtenido por compañía de pruebas genéticas 23andMe. Un número significativo de genes estaba ubicado en áreas conocidas del genoma relacionadas con el sueño. Un ejemplo es KSR2, un gen que juega un papel en el comportamiento del sueño y que los investigadores del Massachusetts General Hospital y sus colaboradores habían descubierto previamente.
Con toda esta información se pudieron aislar los tres mecanismos genéticos citados anteriormente y que influyen en el hábito de la siesta. «Esto nos dice que dormir la siesta está determinado biológicamente y no es solo un comportamiento determinado por el entorno o una opción personal», afirma Iyas Daghlas, investigador de la Harvard Medical School y coautor del trabajo.
Un resultado interesante fue que algunos de los subtipos genéticos de ‘dormidores de siesta’ presentaron factores de riesgo para su salud cardiometabólica, como es tener obesidad abdominal y presión arterial elevada, aunque los investigadores apuntan a que sería necesario hacer una investigación más amplia en estas asociaciones para poder sacar conclusiones definitivas.
Además, según Marta Garaulet, no debemos olvidar que estos resultados se han obtenido de una población inglesa, con genética y cultura diferente a la nuestra. Es importante replicar estos resultados en España antes de llegar a conclusiones y recomendaciones sobre siesta en nuestro país.
Por otra parte, algunas variaciones genéticas ligadas a la siesta también están asociadas con la señalización mediante un neuropéptido llamado orexina, que está relacionado con la tendencia a desvelarse durante el sueño. «Este transmisor es conocido por estar implicado en enfermedades raras del sueño como la narcolepsia, pero nuestras investigaciones muestran que pequeñas perturbaciones en este transmisor pueden explicar por qué hay personas que duermen más la siesta que otras», afirma Hassan Dashti.
La investigación cuenta con el apoyo del Ministerio de Ciencia e Innovación de España, la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia a través de la Fundación Séneca, del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos, la Academia de Finlandia, la Fundación Instrumentarium Science, la Fundación Yrjö Jahnsson, el Medical Research Council y el Instituto Nacional para la Diabetes y las Enfermedades Digestivas y del Riñón de EEUU.