El director de la Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo (AECID), Magdy Martínez Solimán, ha confiado que la reforma de la cooperación que ha puesto en marcha el Gobierno y que prevé la adopción de una nueva ley en esta materia goce del «consenso» de todas las fuerzas políticas, al tiempo que ha criticado a quienes defienden que ahora es el momento de mirar hacia España y no ayudar a otros países.
Martínez, que ha participado este lunes en la jornada organizada por Oxfam Intermón ‘El futuro de la cooperación internacional ante la crisis COVID-19 y el papel de España’, ha reconocido «sin eufemismos que esta ha sido una década perdida» para la cooperación española y que como ha reconocido el propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, «está muy deteriorada».
Por ello, es importante la reforma que se ha puesto en marcha de este ámbito y en particular la nueva Ley de Cooperación Internacional que vendrá a sustituir a la existente de 1998. En este sentido, el director de AECID ha defendido que «para tener éxito en esta reforma necesitamos generar un consenso» como el que hubo entonces, cuando los socialistas ofrecieron «consenso de Estado» al presidente José María Aznar en torno a esta ley.
«¿Ocurrirá lo mismo este año?», ha preguntado, reconociendo que hay «perspectivas más conservadoras» y que «otorgan un papel distinto al Estado». Sin embargo, se ha mostrado confiado en que si el informe que va a elaborar la subcomisión que se ha creado en el Congreso y que debería servir de base al Gobierno «es consensuado y constructivo habremos avanzado mucho en los siguientes pasos positivos y por nosotros no va a quedar».
En todo caso, ha apostado por «no enredarnos con las palabras» puesto que, según él, existe un deseo compartido de una «cooperación más fuerte, más potente y con más impacto» y la Agenda 2030 ofrece «un horizonte común» compartido por las distintas fuerzas políticas.
RECHAZO AL NEGACIONISMO
Por otra parte, Martínez ha defendido con firmeza la importancia y la necesidad de la ayuda a la cooperación en un contexto como el actual. Así ha criticado a quienes han adoptado un «discurso negacionista que dice que la cooperación no sirve para nada o que este no es el momento de la cooperación» sino de «pensar en nosotros mismos y de protegernos».
El director de la AECID se ha mostrado partidario de combatirlo porque «lo primero no es verdad y lo segundo no es correcto». «No es verdad que no sirva para nada», ha esgrimido, incidiendo en que con ella se salvan vidas, se apuntalan democracias y se propugnan los Derechos Humanos y la igualdad, entre otros.
Además, ha refutado la tesis de que «España es incapaz de hacer las dos cosas», ayudarse a sí misma y a otros, porque si lo fuera «estaríamos describiendo un país muy pobre». Así pues, ha añadido, el país está frente a una decisión trascendental de «quiénes somos, egoístas o solidarios, mezquinos o generosos» y de ponerse a la altura de sus responsabilidades.
La cooperación española, ha señalado Martínez en su intervención, se enfrenta a tres grandes retos: la «cantidad», ya que requiere de una inversión seria porque «por debajo de cierto umbral nuestra cooperación simplemente no es creíble»; la «calidad», que exige que «hagamos mejor las cosas»; y la «coherencia» apostando por «grandes ejes directores» en lugar de «pequeñas piezas de un puzle excesivamente fracturado» como hasta ahora.
En esta línea, de cara a la «reforma en profundidad» prevista, ha apostado por una cooperación descentralizada y dotada de más medios, centrada no solo en la transferencia de recursos, que debe ser «más ágil y más mirando al resultado» y no tanto con una actitud de «contable» y la sospecha presente de un «mal uso de los fondos».
Asimismo, es necesario remodelar la arquitectura actual, con una AECID «reforzada» que sea la que tire y apoye al resto de actores de la cooperación, y también «dignificar las condiciones» de quienes trabajan en este sector.
Igualmente debe ser «valiente» a la hora de fijar sus objetivos, con la vista puesta en alcanzar la meta del 0,7 por ciento de la Renta Nacional Bruta (RNB) pero cumpliendo antes el objetivo del 0,5 por ciento fijado por el Gobierno para el final de esta legislatura. Además, se debería estipular que el 20 por ciento de los fondos fueran a países menos avanzados y que el 10 por ciento se destinara a ayuda humanitaria.
EL PP PIDE ACUERDO Y NO CONSENSO
En el acto también han participado portavoces de grupos parlamentarios en la Comisión de Cooperación del Congreso. La ‘popular’ Paloma Gázquez Collado ha confiado en que la nueva ley, como la de 1998, se adopte «por acuerdos, no por consenso, porque consenso viene de consentir» y que se ciña a la Agenda 2030, algo que según ella es «asumible por cualquier grupo». Además, ha reclamado que «la AECID tenga un papel más relevante y una mayor transparencia».
Por su parte, la socialista María Guijarro ha incidido que en este proceso para la elaboración de la ley «tan importante es el contenido como el proceso» en sí mismo, y que este cuente con la mayor participación posible y «el mayor consenso posible, sin dejarnos líneas rojas» porque «es una política de Estado».
A su vez el diputado de Podemos Pedro Antonio Honrubia ha destacado que se abre una «una oportunidad» para determinar «cuáles queremos que sean los fundamentos políticos de la cooperación para las próximas décadas» teniendo en cuenta «la pluralidad y diversidad de opiniones en el arco parlamentario».
Entretanto, el director de Oxfam Intermón, Franc Cortada, ha apostado entre otras cosas por un mayor papel de la sociedad civil, por que la lucha contra la desigualdad sea un «eje vertebrador» y por escuchar las voces de las víctimas de la desigualdad a la hora de elaborar políticas y programas.
En este sentido, ha reivindicado por un «enfoque feminista» en el que la defensa de los derechos de mujeres y niñas ocupe un lugar central en todas las acciones y por dar más recursos a las organizaciones de mujeres con vistas a su empoderamiento.
En nombre de la Coordinadora de las ONG de Desarrollo, Marta Iglesias ha defendido que en esta reforma se debe cuidar lo que ya hace bien la cooperación española y sobre todo su capital humano y ha coincidido que es necesaria una AECID más fuerte, más recursos y que la cooperación «esté conectada con la ciudadanía».