En el peor momento de la guerra con su hijo, y después de que Kiko haya anunciado que esta batalla le ha afectado demasiado y que se retira mediáticamente pero luchará en los tribunales contra su madre para recuperar lo que es suyo, Isabel Pantoja abandona poco a poco su aislamiento.
Así, mucho más fuerte de lo que todos pensábamos, la tonadillera recupera su vida social ajena a los que apuntaban a que, destrozada por la «traición» de su «pequeño del alma», permanecía aislada en Cantora, tan sólo acompañada por su hermano Agustín y su madre, doña Ana.
Pese a que, como aseguró Kiko, ni ella ni su tío han recogido los requerimientos notariales que les han enviado sus abogados, Pantoja no tiene problema en abrir las puertas de Cantora para recibir la visita de unos amigos.
Durante una jornada de lo más ajetreada, fuimos testigos de cómo un taxista – muy molesto porque intentásemos preguntarle cómo estaba Isabel Pantoja – visitaba el cortijo para entregar algo en la famosa finca.
Posteriormente, pudimos ver a un coche con varias personas entraba en la casa de la tonadillera después de abrir personalmente la valla, no como Isa, que tuvo que saltarla al encontrársela cerrada a cal y canto. Unas visitas que demuestran que, como aseguró Antonio Rossi, la artista habla con mucha gente y, lejos de estar destrozada, se está rearmando para la que se le avecina si finalmente Kiko cumple su amenaza y emprende medidas legales en su contra.