Investigadores desarrollan una nueva estrategia para frenar la resistencia a antibióticos

Los doctores Cristina Herencias y Jerónimo Rodríguez, integrantes del Grupo Biología y Evolución de Microorganismos del IRYCIS del Hospital Universitario Ramón y Cajal, han publicado recientemente un estudio que alberga una nueva estrategia para frenar la resistencia a antibióticos.

La investigación publicada en la revista Elife ha sido dirigida por Álvaro San Millán, en el que han participado además el doctor Rafael Cantón, jefe del servicio de Microbiología del Hospital Universitario Ramón y Cajal con otros colaboradores del grupo y la Universidad de Veterinaria y Ciencias Farmacéuticas de República Checa.

Así, han explicado que la resistencia a antibióticos de las bacterias es «uno de los principales problemas actuales de salud pública». De acuerdo con estimaciones recientes, aproximadamente 700.000 personas mueren cada año en el mundo como consecuencia de infecciones resistentes a los antibióticos, según ha informado el Hospital en un comunicado.

Por ello, han asegurado que de no revertirse la tendencia actual de diseminación de la resistencia a antibióticos, en el 2050 las infecciones resistentes podrían convertirse en la primera causa de mortalidad en el mundo.

Consideran que existe «una necesidad urgente» de desarrollar nuevas estrategias terapéuticas destinadas a contrarrestar a las bacterias resistentes a antibióticos.

ESTUDIAR LAS RESPUESTAS FISIOLÓGICAS

Los autores del trabajo describen una nueva estrategia basada en explotar las respuestas fisiológicas que los plásmidos de resistencia a antibióticos inducen en las bacterias para evitar la evolución de las resistencias.

Asimismo, sientan las bases para el desarrollo de terapias específicamente dirigidas frente a bacterias portadoras de estos plásmidos de resistencia, basándose en el fenómeno de la sensibilidad colateral.

«La sensibilidad colateral es el fenómeno que se produce cuando los cambios fisiológicos y metabólicos asociados con el mecanismo de resistencia de una bacteria frente a un antibiótico concreto ocasionan que la bacteria sea más sensible a otro antibiótico distinto. En otras palabras, la adquisición de resistencia a un antibiótico puede facilitar la actividad antimicrobiana de un segundo antibiótico», ha explicado el doctor San Millán, quien ha destacado que es «una de las estrategias más prometedoras para diseñar tratamientos combinados o secuenciales impidiendo la evolución de la resistencia».

Hasta ahora, las investigaciones en este campo se han centrado en casos asociados a mutaciones en el cromosoma de las bacterias, sin embargo, la principal vía de evolución de resistencia a antibióticos en las bacterias de relevancia clínica no son estas mutaciones.

Sino que es la adquisición de plásmidos con genes específicamente dedicados a conferir resistencia a los antibióticos y que las bacterias pueden compartir entre sí, han detallado.

La novedad en el trabajo del grupo liderado por el San Millán radica en el uso de la sensibilidad colateral inducida por los mismos plásmidos que juegan un «papel fundamental» en la diseminación de mecanismos de resistencia.

«Hemos demostrado que ciertos plásmidos con relevancia clínica, aunque confieren resistencia a múltiples antibióticos, también inducen sensibilidad colateral a otros. Utilizando combinaciones de los antibióticos a los que las bacterias demostraron sensibilidad colateral, hemos podido eliminar selectivamente las bacterias con plásmidos de resistencia», ha apuntado la doctora Herencias.

De esta manera, «demostramos que los plásmidos pueden actuar como una espada de doble filo para las bacterias ya que, a pesar de conferir resistencia a distintos antibióticos, también exponen el talón de Aquiles de la sensibilidad colateral».

Por su parte, el doctor Rodríguez Beltrán ha destacado «la posibilidad de explotar los efectos descritos en este trabajo para el desarrollo de terapias con múltiples antibióticos diseñadas específicamente contra las cepas que contienen plásmidos de resistencia. Estas nuevas terapias podrían ser cruciales para controlar la alarmante diseminación de bacterias resistentes a antibióticos».