Fiscalía de Valladolid ha elevado de tres a cuatro años de cárcel la petición de pena para el excapellán de la iglesia de Las Angustias, O.F.L, acusado de abusos sexuales sobre una menor de 13 años, y ello a pesar de que el religioso haya enmarcado el material que envió a la denunciante vía whatsapp en un mero «juego sexual» e incluso acusara a ésta de engatusarle para luego someterle a chantaje entre ella, su madre y una tía.
Las explicaciones del ya excapellán no han convencido a la fiscal jefe, que si en principio pedía tres años de cárcel, en el trámite de exposición definitiva de conclusiones ha sumado un año más, hasta un total de cuatro, al calificar los hechos como un delito de corrupción de menores en concurso con otro de abusos sexuales, y todo ello junto con las preceptivas solicitudes de prohibición de comunicarse y aproximarse a la víctima y la imposibilidad de realizar actividades que impliquen contacto con menores.
Durante el juicio a puerta abierta, que ha quedado visto para sentencia en la Audiencia de Valladolid, el encausado ha reconocido haber flirteado con la menor en lo que ha calificado de un mero «juego sexual» que, como ha explicado, mantuvo con la niña rumana a través de los whatsapp que la enviaba al teléfono móvil de su madre y que acostumbraba a utilizar la niña.
O.F.L. tan sólo ha respondido a preguntas de su letrado defensor– pide su absolución–para explicar que la relación con la niña se inició a finales de diciembre de 2019 ya que ésta acostumbraba a merodear por la parroquia junto a su madre para pedir limosna, pero sin que en momento alguno, como así ha reiterado, llegara a estar a solas con la menor y mucho menos mantuviera con ella contacto físico, pues siempre en esos tres o cuatro encuentros mantenidos a las puertas del templo estuvo presente su progenitora y la gente que transitaba por la calle.
Sí ha reconocido que regaló a la menor un teléfono móvil pero que los whatsapp entre ambos se vehicularon a través del terminal propiedad de la madre pero que usaba la niña y de quien, asegura que empezó a insinuársele y a mostrar cierta atracción hacia su persona, hasta el punto de pedirle mantener algún encuentro íntimo que no llegó a concretarse porque él, como así ha matizado, no tenía intención de llegar a ello.
Lo que sí ha apuntado es que cuando la menor comenzó a pedirle que le mandara algún vídeo subido de tono en el que apareciera su cara «perfectamente identificable» no se percató de que lo pretendido por ella y su familia, en referencia a la madre y una hermana de ésta, no era otra cosa que obtener una prueba para luego someterle a chantaje.
En esa relación vía whatsapp, el religioso envió a la menor sendos vídeos grabados en su baño, uno el 28 de diciembre de 2019 en el que aparece en paños menores tocándose las partes, aunque sin mostrar la cara, y un segundo en enero de 2020 en el que sí se le identifica perfectamente y en cuyas imágenes se le ve cómo se quita lentamente la ropa y se queda en calzoncillos, para luego sacarse el pene y masturbarse hasta eyacular.
TOQUE DE CULO «FORTUITO, INVOLUNTARIO»
Durante su declaración, O.F.L, a preguntas de un encuentro a las puertas del templo el 2 de enero de 2020, en el que llegó a tocar el culo a la menor en presencia de su madre, el interrogado no ha podido por menos de reconocer que plantó su mano en la nalga de la niña pero ha alegado en su descargo que lo hizo de forma «fortuita, involuntaria».
Así, el religioso ha relatado que tras ese encuentro se disponía a despedirse de madre e hija y que después de dar un beso a la primera y acercarse a la segunda para hacer lo propio, puso a ésta la mano en la espalda pero se le fue al culo.
«Sólo fueron dos o tres segundos, lo que duró el beso, pero la retiré al percatarme de que mi mano no estaba donde debía», ha espetado O.F.L, quien, sin embargo, ese mismo día, poco después, preguntó vía ‘was’ a la menor qué le había parecido el palmeo de la nalga, «aunque siempre en ese juego de algo que había sido fortuito», se ha apresurado a apostillar en el juicio.
SOLICITUD DE 120.000 EUROS PARA UNA CASA EN RUMANÍA
En esa tesis de que todo lo ocurrido se enmarca en una especie de conspiración de la niña y su familia para pillarle en un renuncio y luego sacar tajada, el excapellán sostiene que la iniciativa de los mensajes y petición de encuentros fue de la menor, que en un momento dado le comunicó que una tía había visto los whatsapp y se lo había contado a su madre.
Fue a partir de ese momento cuando, tal y como sostiene el acusado, las tres mujeres comenzaron a someterle a chantaje para no denunciar los hechos ante la policía. «Creo que la niña actuó guiada por la madre o por la tía, tengo esa convicción, de que todo estaba pensado de antemano, sobre todo por la insistencia de que se me viera la cara en los vídeos que mandaba», ha insistido O.F.L, quien mantiene que las tres mujeres de nacionalidad rumana, a cambio de su silencio, le pidieron 120.000 euros para comprarse una casa en Rumanía.
«Recuerdo la expresión en boca de la tía, que era la que llevaba la voz cantante, de que si no accedía a sus pretensiones me iban a denunciar y que iba a pasar 13 años en la cárcel», ha asegurado el excapellán, hoy apartado de su tarea y en situación de «vigilancia eclesial» en su domicilio hasta aclarse lo ocurrido, tanto en vía penal como en la investigación canónica correspondiente.
EL INCITADOR ERA ÉL, SEGÚN LA POLICÍA
La versión exculpatoria del religioso respecto de que la iniciativa fue en todo momento de la menor contrasta, sin embargo, con los testimonios realizados en el juicio por distintos agentes de la Policía Nacional que participaron en el volcado del contenido de los tres teléfonos móviles incautados, el de O.F.L, el que éste regaló a la niña–no aparece nada relevante– y, fundamentalmente, el de la madre de la pequeña en el que se recibieron los mensajes en diciembre de 2019 y hasta el 9 de enero de 2020.
Todos los agentes, a tenor de los whatsapp, coinciden en que quien llevaba la iniciativa y la voz cantante era el acusado. «Era él quien en todo momento trataba de quedar en casa de la menor a solas y ella le daba largas», ha declarado uno de los funcionarios policiales.
El testigo, al igual que sus compañeros, no descarta que los primeros mensajes los enviara la menor y los últimos la hermana de su madre, debido a las diferencias de sintaxis entre unos y otros y el mayor dominio del idioma de la tía, lo que vendría a avalar la tesis del chantaje.
La Policía Nacional tuvo conocimiento de los hechos cuando el día 10 de enero del pasado año la menor, su madre y la tía se personaron en dependencias policiales para dar cuenta del vídeo que la primera había recibido del religioso. Se les emplazó para la tarde al objeto de que volvieran con un intérprete y para formalizar la denuncia, si bien en la segunda ocasión las tres comparecientes declinaron denunciar y se negaron a entregar el teléfono móvil.
Las dos mujeres y la menor permanecen desde entonces en paradero desconocido y contra las mismas sigue vigente una orden de búsqueda, no sólo para lograr que comparecieran en el juicio celebrado hoy sino también porque contra la madre y la tía se han abierto diligencias por posible extorsión.