Estos últimos días la actuación del FC Barcelona entrenado por Ronald Koeman ya ha hecho que sean muchas las voces que se levanten apesadumbradas por una realidad que muchos aún no quieren aceptar: se podrá golear, tener suerte por la brillantez de Lionel Messi o ganar de forma muy ajustada; pero esta campaña será muy difícil ganar algo al no tener una base sólida de juego. Allí aparece más grande que todos la figura del entrenador neerlandés que llegó como botón de emergencia de Josep Maria Bartomeu que iba de salida y que ahora tiene al equipo jugando a la nada.
Ante esa imagen tan pobre, los candidatos a la presidencia del Barcelona están claros que el futuro no puede ser decidido por un entrenador que ninguno de ellos eligió y que además no hace que los futbolistas exploten todo su potencial. Por eso ya suenan varios sustitutos para quedarse con el cargo, el último un Mikel Arteta que hace lo que puede en el Arsenal; pero lo más importante es que sea uno que cambió de lleno las cosas. Koeman ya acumula muchos fallos importantes en sus meses al frente del equipo; tantos que serán su perdición a la hora de que llegue un nuevo presidente y le busque su remplazo.
3Decisiones inexplicables de Koeman
Bartomeu confió en Koeman por esa fama de ser un revolucionario y cambiar de golpe todas las cosas «malas» que se encuentren dentro del vestuario. El poder extremo que habían ganado los jugadores se volvió un mal que el antiguo mandatario quería deshacer; en ese sentido impuso la marcha de algunos futbolistas como Luis Suárez, Vidal y Rakitic, que quedaron como los señalados y acabados del equipo, pero otros como Piqué, Jordi Alba o Busquets, que son de la casa, quedaron un poco más a salvo. Lo criticable en este caso es que supuestamente el neerlandés no tuvo nada que ver en la salida del uruguayo; pero si realmente quería tenerlo debió alzar la voz y no ser complaciente por un tema personal entre Bartomeu y Suárez.
Este es un buen ejemplo, porque ahora el charrúa está entre los goleadores del campeonato y el Barcelona tiene como «9» a Martin Brathwaite, cuando se suponía que el primero ya estaba acabado. Otra de sus decisiones cuestionables es esa obsesión por no confiar en los canteranos. Ya Aleñá se fue decepcionado porque no le cumplieron su promesa de más minutos y Riqui Puig ya aceptó que nunca va a jugar; mientras que otros como Busquets, De Jong o Pjanic (lo poco que juega) tienen un rendimiento muy cuestionable. Esa falta de personalidad y de apostar por el talento joven no contrasta para nada con lo que prometió en su presentación.