No las hubo igual, tampoco las ha habido después de su muerte y es que es muy difícil que alguien derroche arte con solo parpadear como lo hacía Lola Flores. La gran diosa de los tablaos flamencos, del baile por bulerías, de sus frases míticas y de su manera de enfrentarse a la vida.
Lola Flores ha sido la más grande entre todas las grandes, una artista de los pies a la cabeza que se pasó toda su vida delante de los focos en los escenarios, platós de televisión y demás. Siempre al servicio de su público, el cual siempre le admiraba y le mostraba su cariño, la madre de Rosario Flores dejó el listón muy alto desde su muerte y desde entonces no la ha habido igual.
Bailaba como nadie, cantaba dejándose la voz, dejaba a todo el mundo boquiabiertos con sus actuaciones, la reina de las fiestas nocturnas que duraban hasta el alba, la que manejaba las batas de colas como quien va desnudo por la calle, la del cigarro en la mano… Esa fue la gran diosa del arte flamenco.
Hoy, Lola Flores hubiese cumplido 98 años. Un cáncer se la llevó y dejó huérfanos a toda España, pero en especial a sus tres hijos que se unieron más que nunca ante el dolor de perder no solo a una madre, sino también a un referente para muchas personas en el mundo del artisteo. La faraona sigue brillando, sigue con nosotros y lo hará para toda la eternidad porque consiguió lo que muy pocas, seguir en el recuerdo de todos los que la seguimos admirando.