La bechamel es una salsa cuyo origen se disputa entre Italia y Francia. Su versatilidad le ha dado el valor para ser la base de algunos platos, así como una ideal salsa acompañante. Por lo general es una receta rica en grasas dentro de la dieta, pero en la versión sin mantequilla ofrece un sabor más ligero. Uno de los usos más comunes de este tipo de salsa es su aplicación para gratinar en pastas y vegetales; también queda muy bien con carnes y pescados.
Otra aplicación es su uso para espesar cremas, salsas o jugos de guisos. Además, este tipo de alimento resulta un excelente compactador de ingredientes. Su éxito se basa en evitar grumos en la preparación final. Para ello, hay que poner mucho cuidado en la temperatura de cocción y la técnica. La contextura de esta se debe adaptar a cada aplicación, es decir, una consistencia más espesa para las salsas, mientras que mucho más cremosa para sopas o gratinados. Finalmente, la salsa puede contener diferentes aromas y sabores, de acuerdo a las exigencias del plato. Algunas versiones incluyen cebolla picada o queso; en el caso de las croquetas, la variante es que la salsa lleva trozos de carne, pollo o pescado.
4Diferencias
Esta bechamel ligera sin harina de trigo no se distingue muchas de la que haces habitualmente, y eso que no lleva entre sus ingredientes ni harina de trigo ni aceite ni mantequilla, por lo que resulta ideal para cuando queramos gratinar un plato, pero sin grandes remordimientos por el exceso de calorías.
Podéis emplear leche de cualquier tipo, ya sea entera, semidesnatada o sin nada de grasa, al igual que leche sin lactosa. Con cualquiera de ellas, obtendréis una bechamel ligera y muy apropiada para dorar la superficie de cualquier preparación como lasañas, pasta o verdura al horno.