El maestro de la Orquesta Sinfónica del Teatro Mariinski, Valery Gergiev, ha constatado que la madurez en el arte de dirigir se alcanza con la edad porque «como un buen vino, es cuando se escribe las páginas de oro de una biografía». «Se tiene mucha más experiencia y haces tu trabajo incluso mejor que en los años más energéticos, entre los 40 y los 50 años», ha aseverado.
Gergiev, en una rueda de prensa en València, ha rememorado así «el guiño» que le lanzó su gran maestro, Ilya Musin, al terminar de dirigir su primera ópera a los 25 años. Entonces, se giró y le confesó a su profesor: ¡Qué complicado ha sido!» y este le tranquilizó: «No te preocupes, solo los primeros 70 años son los complicados». Ahora, cuando le quedan dos años para cumplir esa efeméride, admite: «Tal vez mi profesor sí tenía razón».
Gergiev ha presentado este martes en el Palau de la Música de València, en rueda de prensa, la gira española que dará al frente de la Orquesta Sinfónica del Teatro Mariinski y que inició ayer en el Auditori de Les Arts con un programa «fantástico», que incluye la Sinfonía fantástica’ de Berlioz o ‘Concierto para piano y orquesta nº2 de Rachmáninov.
A continuación dará otros dos conciertos en Madrid y Barcelona y se despedirá con una actuación en Girona. Será la primera gira en España de una orquesta internacional tras muchos meses y al respecto ha calificado de «milagro» en esta época de pandemia que estén abiertos al público los teatros. No obstante, la Orquesta actuará incompleta, con un máximo de 60 músicos en función del programa, para respetar las distancias de seguridad.
Gergiev ha desvelado las cualidades para ser un gran maestro: «Ser una persona inteligente y centrada porque, por muy bueno que seas, no te puedes permitir el lujo de apartar a la gente, insultar o pensar que estás por encima del bien o del mal. Así, estar la frente del Mariinski requiere «entender cómo organizar» a esos mas de mil artistas y «luego ya viene lo fácil, que es dirigir, porque detrás hay mucha experiencia: hay que leer mucho, hay que escuchar mucho y, sobre todo, hay que trabajar muchísimo».
El gran director tiene «claro» que en el tiempo que le queda debe «elegir bien qué le hace feliz» porque las opciones son «muchas» –«incluso aunque vivas 150 años no podrías dirigir todas las grandes obras que se han compuesto», ha apuntado– y por eso quiere escoger «bien» qué operas, qué sinfonías y con qué orquestas quiere trabajar.
Así, en el futuro más cercano se plantea dirigir cuatro o cinco óperas nuevas para él, como Guillermo Tell de Rossini o sinfonías de Bruckner, y retomar algunas que dirigió cuando era más joven e inexperto. «Lo importante, en esta parte que me queda de mi vida, es no perder tiempo y al entrar en la edad de oro ver cómo se utiliza nuestra experiencia y energía, aunque no sé si acertaré», ha subrayado.
MÚSICOS, NO POLÍTICOS
Gergiev también se ha referido a la petición de boicot a artistas rusos lanzada por el opositor encarcelado Navaldi y ha replicado: «Los músicos no nos centramos en la política». Así, ha justificado que él dirige unos 200 conciertos al año y carece, por tanto, de «tiempo para eso». «Tengo relaciones continuas con seis de las orquestas de más renombre mundial, relación con los músicos del Mariinski, bailarines cantantes y esa es la vida que a mí me llena y me interesa», ha argumentado.
«Nuestra vida es muy rica, está muy llena, y no nos levantamos pensando en qué ha dicho el partido político de turno porque siempre ha habido oposiciones y conflictos entre los partidos en los países, sobre todo antes de las elecciones», ha justificado. De hecho, si le preguntarán por la situación actual en EEUU diría que es «poco usual», pero no podría ampliar más.
Del mismo modo, ha rechazado haber sido utilizado con su concierto en Palmira (Siria) como propaganda de las incursiones militares del presidente ruso porque, ha explicado, «no fue un concierto celebración, sino en memoria de lo que había pasado» sobre unas piedras de «hace más de 200 años, uno de los logros de la civilización como la pirámides de Egipto, en las que aún se podía ver la sangre derramada por torturas y asesinatos».
Gergiev, que ha pedido que no se le formulen más preguntas políticas, ha recalcado que «nadie logró destruir Palmira pero como las armas actuales sí que dejamos que pase». «Nunca se debería permitir que se destruya lo que nuestros predecesores levantaron», ha defendido.
TIEMPOS DE PANDEMIA
El maestro ha agradecido a todas las personas que han hecho posible esta gira en estos tiempos «tan difíciles» para todo el mundo, en especial para la música y ha admitido tener cierto miedo a actuar para no parecer «arrogante».
Pero ha aclarado que, al subir a los escenarios, «el miedo no es nuestro aliado» sino como responsable de una organización tan grande como Mariinski «hay que tener mucho cuidado no solo por la salud de la músicos sino por la de todo el mundo.
«No es miedo, tengo precaución, soy una persona precavida porque yo también he perdido varios amigos en la pandemia y veo a la gente sufrir» ha apostillado.