El Museo de Bellas Artes de València ha recuperado la antigua sala Sorolla, dedicada posteriormente a exposiciones temporales, para sacar de sus almacenes obras «muy señaladas» de su colección propia y plantear una reflexión sobre las dos corrientes pictóricas, a veces antagónicas, que convivieron en el Barroco del XVII, un siglo con «dos almas» que se movían entre imágenes de «crudísimo realismo de raíz caravaggiesca» y otras «más exhuberantes, tendentes al movimiento y al color, más rubensianas».
La sala alberga ahora un total de diez cuadros de pintores de la talla de Vicente Carducho, Juan Conchillos, Jose Jiménez Donoso, Vicente Guilló, Miguel March, Acisclo Antonio Palomino o de la Escuala de Diego Velázquez, que permanecían, en su mayoría, en los almacenes del museo, alejados de la vista del público.
Con ellos, el director del Museo de Bellas Artes, Pablo González, quiere cumplir con su «compromiso» de «recuperar la colección permanente del museo, sacar las obras de los almacenes y poner a disposición del público el enorme patrimonio que custodia», ha explicado este jueves en rueda de prensa.
Su ubicación en la sala 10 de la planta baja, rebautizada ahora ‘El XVII, un siglo con dos almas’, busca a su vez ser «más legible» para los visitantes, pues se plantea a modo de «sala bisagra» entre la colección permanente de la planta baja y su continuación en la primera planta.
Y es que cuando entramos al Bellas Artes, realizamos un recorrido cronológico que empieza por el Gótico, sigue con el Renacimiento y luego nos deslizamos por el Barroco valenciano en las salas laterales que anteceden a esta. De este modo, este punto se convierte en un «momento de reflexión» antes de subir al primer piso donde se exhiben obras barrocas también de otras escuelas españolas y europeas, ha explicado González.
Además, a pesar de los diversos usos que ha tenido este espacio en los últimos años, «en realidad, según el diseño arquitectónico del museo de esta fase IV, esta sala siempre estuvo ideada para exhibir otras de la colección permanente», ha apuntado el director.
Así, la sala alberga ahora desde las tendencias más coloristas a las más tétricas y dramáticas imágenes religiosas que buscan conmover al espectador con obras de la colección propia del Bellas Artes como ‘Cristo en la cruz’ o ‘conversión de san Pablo’ de Caducho; el ‘Retrato de niña’ de Conchillos; ‘Fundación de la Basílica de San Juan de Letrán’ de Jiménez Doloso; ‘Niño Jesús de Pasión’ de Guilló; ‘San Martín partiendo la capa con el pobre’, ‘San Onofre’ o ‘San Pablo ermitaño’ de Miguel March; la ‘Inmaculada Concepción’ de Acisclo Antonio Palomino; o el ‘Carlos II a caballo’ de la Escuela de Diego Velázquez.
Todos ellos se podrán ver como mínimo, hasta bien entrado el 2022 o más allá, dependiendo de cuándo se aborde la museografía integral del Bellas Artes, que no será antes de que el Ministerio de Cultura lo licite «y sabemos que eso no va a pasar este año», ha admitido el director del museo.
Cuando esto ocurra, será un proceso largo, ha admitido, y su intención es que «fuera avanzando en un sentido contrario al cronológico, aplicando museografía desde lo más contemporáneo hacia atrás». Por este motivo, González no cree que se llegue a abordar esta sala hasta mínimo, bien entrado el 2022.
LA COLECCIÓN DELGADO DEJA EL MUSEO «DE MANERA CORDIAL»
Por otra parte, director del Bellas Artes, Pablo González, ha comentado también que esta misma semana ha salido del museo la colección Delgado, por decisión de sus propietarios, que han levantado el comodato antes de que finalizara el plazo.
Tras varios meses de conversaciones, los dueños de la colección Delgado han decidido llevarse las obras, tal y como hicieron el pasado lunes, «de un manera muy cordial», ha asegurado González. En cuanto a los motivos, únicamente ha dicho que la decisión la han tomado propietarios.
PUESTA EN VALOR DE LOS FONDOS PÚBLICOS
En este escenario, preguntado por si está en contacto con otros coleccionistas privados para exhibir nuevas obras, González ha asegurado que en estos momentos «no está en conversaciones con ninguno». «No hay ninguna actitud particularmente positiva ni negativa» en cuanto a acoger colecciones privadas, ha apuntado. «El buen arte nos interesa a todos», ha remarcado.
En todo caso, el director del Bellas Artes ha querido dejar claro que cree «firmemente» en la labor del museo de «poner en valor los fondos públicos que custodia». Desde su punto de vista, «somos muy afortunados en València de tener una colección tan espectacular» como la que tiene esta pinacoteca».
De hecho, los diez cuadros de la nueva sala barroca «los querría cualquier museo», ha aseverado. A su juicio, «debemos ser capaces de sacar más de este patrimonio para ponerlo en conocimiento de todos y todas», ha concluido.